Tertulia con Profesionales: “El papel jugado por Don Juan Carlos en la Transición, es indiscutible”
En una tertulia en la que han participado Lourdes Caselles, Pepe Pérez Sirvent, Santiago Alcarranza y Fernando Montes, y en la que en tema principal ha sido la efemérides que se cumple estos días tanto con el 50 aniversario del fallecimiento del general Franco como con el nombramiento, dos días después, de don Juan Carlos como Rey de España, otros temas relacionados con la transición y la Corona, han sido los temas principales que se han tratado, todos ellos desde diferentes puntos de vista.
«Españoles, Franco ha muerto», manifestaba a las 10 de la mañana del 20 de noviembre de 1975 en TVE un compungido Carlos Arias Navarro. La noticia del fallecimiento del dictador, que ya circulaba por medios de comunicación de todo mundo desde que la agencia Europa Press envió un teletipo a la 4.58 de la madrugada, era la crónica de una muerte anunciada por los acuciantes problemas de salud que el General arrastraba desde el verano de 1974 y que le habían obligado a guardar cama en sus últimas semanas de vida. Las reacciones de los ciudadanos ese día fueron dispares y se movieron desde el regocijo de unos hasta el llanto de los más afectos al régimen, pasando por el temor sobre el futuro de una dictadura que aún seguía viva, la esperanza de que se establecería un sistema democrático, la incertidumbre y la cautela.
Vencedor de la sangrienta Guerra Civil (1936-1939), Franco gobernó de manera implacable durante 36 años y tras su fallecimiento ningún responsable del régimen que suprimió libertades fue juzgado gracias a una amplia amnistía que benefició a ambos bandos. Desde entonces, el país ha preferido "pasar de puntillas" y tiene "pendiente" la tarea de tener un debate sosegado para consensuar una posición medianamente común sobre el periodo. Una encuesta en octubre impactó al mostrar que, si bien una mayoría de españoles consideraba mala la dictadura, uno de cada cinco (21%) estimaba que los años franquistas fueron buenos o muy buenos para España. Un resultado en línea con el aumento de las alabanzas a ese periodo entre los jóvenes españoles, quienes suelen tener conocimientos escasos de esa época y que, espoleados por las redes sociales, son permeables a la propaganda.
Cincuenta años, medio siglo, es una referencia temporal bien relevante, rotunda, para cualquier país, pero lo es especialmente para España dada nuestra azarosa historia constitucional, ese ineludible lugar común. Y es que no cabe duda de que, tras la muerte del dictador, la coronación de Juan Carlos I hizo posible el encuentro entre la Monarquía y la democracia, abriéndose al fin un largo período de estabilidad en el disfrute de la libertad política y del progreso social. Porque tampoco es discutible que, más allá de las vicisitudes vividas en estas décadas, algunas complejas o de difícil respuesta, y de la legítima diversidad ideológica a la hora de interpretarlas, esa descripción se ajusta a la valoración de conjunto de esta etapa. Por ello, digámoslo hoy con mayor justificación que nunca por la dimensión del aniversario, el papel desempeñado por el recién coronado Rey Juan Carlos I merece el sincero reconocimiento de los demócratas.
Ese encuentro histórico entre democracia y Monarquía se consagra en la Constitución de 1978 del único modo que era posible y necesario hacerlo en el seno de un Estado social y democrático de derecho, bajo la forma de gobierno de la monarquía parlamentaria. Esto es, sobre el fundamento de una soberanía que reside en el pueblo, de la que emanan los poderes del Estado, y con una jefatura del Estado hereditaria, dotada de funciones esencialmente simbólicas y de alta representación, y que encarna la unidad e integración en aquél. Una magistratura que requiere de un alto nivel de dedicación y compromiso personal y constitucional por parte de su titular, y que está llamada a ser desempeñada con neutralidad y ejemplaridad, exigencias tan indeclinables, tan vitalicias, si se me permite expresarlo así, como lo es la propia Corona. De lo que parece ser muy consciente, es pertinente añadir, pues de sus actos así se desprende, Felipe VI; como lo será también, en su día, o como ya lo es, por mejor decir, la Princesa Leonor.