Ramón Mora: “El periodismo es hoy un oficio para románticos, ganarse la vida es casi un acto de heroicidad”

Hay personajes en la historia que acaban siendo olvidados rápidamente por sus hechos o por sus desechos. Carles Puigdemont tiene la pinta de ser uno de ellos. En la reunión precocinada celebrada en Perpiñán hace unos días, en la que todo el mundo sabía cuál iba a ser el desenlace (miembros de la ejecutiva, alcaldes de Junts, militantes, políticos de la competencia y prensa) el propio Junts escenifica su ruptura con el gobierno de Pedro Sánchez en Madrid y el PSOE, por continuos incumplimientos en sus pactos.

Carles Puigdemont ha soltado frases contundentes como “Sánchez podrá tener el poder, pero no podrá gobernar” o “es el PSOE el que ha roto los acuerdos”, por los supuestos incumplimientos. Añadiendo “no estamos dispuestos a ayudar a un gobierno que no ayude a Catalunya”. Para concluir indicando algo que saben hasta los leones del Congreso: "hemos constatado que no hay confianza suficiente y, de hecho, la desconfianza mutua es la misma. Quizá hay confianza personal, pero no a nivel político".

La realidad es que la gran mayoría de temas que sirvieron para alcanzar un acuerdo y que “vestían” el más importante (la ley de amnistía de Puigdemont), como las cuestiones sobre financiación de Cataluña, Inmigración, el catalán en Bruselas, etc, siguen en barbecho, bajo mínimos, sin presupuestos ni fechas de ejecución. Cuestión que también sabían los independentistas que ocurriría porque lo único que importaba era la amnistía de Puigdemont, Puig y Comín que sigue encallada por las acusaciones de malversación alrededor del procès.

Curioso es que todo lo que envuelve Puigdemont, un presidente (expresidente) jamás elegido en las urnas para tal tarea y que siempre ha perdido en las autonómicas, acaba en obra teatral o en pura mentira.