Puente de plata para Joe Biden

Leopoldo Bernabeu

Si realmente estamos en democracia ¿porque me pregunto como he de escribir mis artículos y no ser acribillado por unos y otros? La contestación la sabemos, bien distinto es atreverse a expresarla en voz alta. Hemos interiorizado tanto la ideología woke, tele impuesta por los moradores de la verdad, que cualquier afirmación en línea contraria es directamente proporcional a ser tachado de fascista, racista, y cualquiera de esas barbaridades tan al uso en la actualidad.

Nunca he sido de callarme lo que opino, pero me he sentido afectado por este nazismo ideológico que he llegado a sentir como imbatible. Corren nuevos vientos de cambio y no voy a dejar escapar la oportunidad de apoyarlos. Lo hice cuando llegaron a la escena política nacional partidos como Podemos o Ciudadanos, incluso cuando a Pedro Sánchez le sacaron los suyos por el garaje de Ferraz. Los apoyé, para luego reconocer mi equivocación. Déjenme por tanto intacto mi derecho para volver hacerlo. El tiempo dará o quitará razones y aquí volveré a estar para reconocerlas.

¿De verdad es Donald Trump un peligro para la humanidad?, ¿quiénes lo dicen? Espero que no sean los mismos que tengan que escribir sobre el legado que deja Joe Biden, un anciano incapaz de sostenerse en pie que nos ofrece a diario patéticas escenas del señor al que todos deseamos que pase mucho más tiempo con sus nietos, cortando el césped de su mansión o paseando cogido de la mano de su mujer. Ha sido Biden quien ha puesto de vuelta y media a su mano derecha Kamala Harris, tras perder contra Donald Trump, afirmando que él habría ganado las elecciones; Biden fue el vicepresidente de un Obama que puso a Kamala a caer de un burro en conversación mundialmente reproducida con Donal Trump en el velatorio de Jimmy Carter; es el mismo señor que mientras proclama la llegada del apocalipsis, cierra de manera tajante la red social Tik Tok 24 h antes de su marcha; el mismo que observa, supongo que impávido, como tecnológicas, Marck Zuckerberg dixit, reculan con rapidez la censura en sus redes; es el que aplica indultos tan inmorales como el de su propio hijo, que siendo normal en un padre, es justo lo contrario de lo que prometió en campaña, ¿mentía por tanto?; es el que abandonó a las mujeres en Afganistán, dejándolas a los pies de los caprichos de los talibanes…

Pero no sólo eso, Biden es también la máxima expresión de lo que representa un político incapaz y cobarde, en deuda consigo mismo, que en sus dos últimas semanas se ha dedicado a firmar lo que en cuatro años no había tenido tiempo o no se atrevía. Ha conmutado decenas de penas de muerte sin mirar a quien y porqué, paralizado explotaciones petrolíferas que beneficiarían a miles de familias, endurecido regulación sobre inteligencia artificial y ciberseguridad, condonado la deuda estudiantil a todo el que la tuviera sin diferenciar casos, protegido las deportaciones de la desbocada inmigración ilegal, sacado a Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo…

Biden sí que ha sido un presidente “fake”. Lo confirmarnos hoy que termina y no antes. Llegó prometiendo enterrar el legado de Trump y lo ha revalorizado, siendo él presidentes de los EEUU que abandona el cargo con menor popularidad. Dijo de Trump que era “una pesadilla con inclinaciones autoritarias”, pero no han opinado así la inmensa mayoría de los norteamericanos cuatro años después, siendo por contra el candidato al que han intentado asesinar hasta en tres ocasiones en apenas unos meses.

¿Tan difícil es pararse a pensar que quizás los americanos y gran parte del planeta seamos los que de verdad nos hemos cansado ya de esta deriva woke que ha intentado transformar la sociedad a peor? No creo que Donald Trump represente ningún fenómeno político mundial, sino más bien un soplo de aire fresco cuyo objetivo es la vuelta a la normalidad, la corrección de las derivas ideológicas, el enderezamiento del retorcido camino por el que nos han querido llevar estos nuevos visionarios…

He escuchado que Biden deja EEUU con alianzas más fuertes y una sociedad más feliz. No creo que lo digan por el escenario que lega en Ucrania-Rusia, Oriente Medio, China, Venezuela o la inmigración ilegal en su país. Tampoco por como se les queda la cara a sus conciudadanos cada vez que repostan gasolina o hacen la compra semanal, muy al estilo de lo que nos pasa por aquí. Si los malos son Trump, Milei, Meloni o Bukele, ¿los buenos son Kirchner, Maduro, Díaz Canel, Pedro Sánchez, o las sociedades rotas de Scholz y Macron…? Dejemos de mirarnos tanto la nariz y empecemos a ser un pelín más razonables.

Querido Joe Biden, no me adviertas tanto de las oligarquías que dices que amenazan a EEUU y dime que has hecho tú por evitar el crecimiento de tanto desalmado alrededor del mundo. Disfruta de jubilación más que merecida. Puente de plata.