Mini López, Muface y el Nakatomi Plaza

Fernando Llopis

El papel del policía John McClane en la película La jungla de cristal fue rechazado por varios actores hasta que Bruce Willis lo aceptó. Willis, que hasta entonces no era demasiado conocido, dio un salto hacia el estrellato al interpretar a un policía que enfrentaba a terroristas en el ficticio Nakatomi Plaza. Un policía que no debería haber estado allí, pero que acaba resolviendo la situación gracias a su valentía y su capacidad para asumir riesgos desde el primer momento. Algo muy distinto hace Ellis, un ejecutivo secuestrado en el edificio, quien se sobrevalora a sí mismo y cree que los terroristas caerán rendidos ante su labia.

Resolver la crisis de Muface, la mutua de los funcionarios, no era un problema tan grave como enfrentarse a terroristas, pero tampoco era fácil de solucionar. La falta de interés de las aseguradoras médicas en seguir prestando servicios bajo las condiciones impuestas por el Gobierno generó una situación compleja. El encargado de gestionarla era Óscar López, ministro de Transformación Digital y de la Función Pública, además de recién nombrado líder de los socialistas madrileños. Su ministerio no tenía funciones críticas evidentes, y algunos pensaron que se había creado solo para facilitar una transición ordenada a José Luis Escrivá, ahora presidente del Banco de España, sin que este pasara por el paro.

Parece que el ministro López consideró en algún momento, tal como exigía el sector comunista de su Gobierno, cancelar Muface y derivar a todos los funcionarios a la sanidad pública. Seguro que sonrió al imaginar el colapso de los servicios de salud autonómicos, mayoritariamente en manos del Partido Popular. Sin embargo, la presión de los funcionarios le hizo recapacitar: electoralmente, esa decisión podía no salir como preveía.

Al igual que Ellis interpretó la llegada de los terroristas como una oportunidad para escalar dentro de su empresa, López vio la crisis de Muface como una ocasión para demostrar su inteligencia y sus dotes negociadoras, probablemente por encima de las de los representantes de las aseguradoras médicas, según su propio criterio. Estas últimas solicitaron un aumento considerable de las primas y contratos más cortos para evitar compromisos a largo plazo. Pero el ministro, en plan «Super López», creyó que iban de farol y desestimó ambas demandas, en especial la de reducir la duración del contrato, fijándola en tres años para garantizar tranquilidad hasta las próximas elecciones.