España se enfrenta a su mayor reto agrario del siglo: convertir en regadío 1.901.529 hectáreas de olivar antes de que sea tarde

Aunque parezca mentira porque tenemos el litro de aceite de oliva a 12 euros en algunos supermercados, el olivo nunca ha sido un gran negocio. En España, la mayor parte del olivar es de secano y eso significa que, cuando hay buenas cosechas, el precio de la aceituna se derrumba; pero cuando hay malas y ese mismo precio se dispara, casi no hay aceitunas que vender.

Todo ha ido bien porque, en fin, se trataba de utilizar terrenos poco aprovechables para otra cosa; y, aunque los márgenes fueran pequeños, la sucesión de las buenas y las malas cosechas iba equilibrando las cuentas de un sector clave, pero escuálido.

En un contexto en que todo parece indicar que durante los próximos años las campañas malas van a ser cada vez más frecuentes, es un enorme problema.