El peligroso no es Donal Trump, es Pedro Sánchez.

Leopoldo Bernabeu

Me siento especialmente feliz y es muy probable que se note. Adelanto que no tengo el más mínimo interés en disimularlo. Hoy no he perdido el tiempo que en ocasiones me detiene ante el teclado amenazado por la tentación de no errar al elegir las palabras. Estoy de acuerdo con Donald Trump al decir que EEUU entra de su mano en la “Revolución del Sentido Común”, así en mayúsculas. Ojalá no sea sólo consustancial a los ciudadanos de aquel país. Y es que, en los últimos años, no sabría decir cuántos porque es un dato que se difumina como niebla espesa, el mundo empezó a torcerse y a desviarse de ese sentido común, llegando a convertirlo en el menos común de los sentidos. Una desgracia que persiste muy arraigada en España.

Decir que ponía en marcha la emergencia nacional para frenar la desorbitada inmigración ilegal que entra por millones desde Méjico, sin que nadie la frene en ningún país de los muchos que previamente atraviesa, resultaba ser hasta ayer una afrenta nazi y facinerosa contra la raza humana. Parece por tanto que es mucho más sensato lo que permitimos en España, dejar que lleguen por miles cada semana hasta las Canarias dejándose la vida en la travesía una cuarta parte de ellos, siendo ya materialmente imposible atenderles como seres humanos y enviándolos en aviones a colonizar infraestructuras turísticas pagadas con los impuestos de todos sin ofrecerles futuro alguno. Pensar en detener esta sangría con otro tipo de políticas desde sus países de origen es algo que ni se tiene en cuenta, ¿para qué, ¿verdad?, se terminarían demasiados chiringuitos a los que soltamos la mandanga que no tenemos para otras imperiosas necesidades.

Decir que va a bajar la inflación para que la inmensa clase media pueda volver a llenar el depósito de gasolina y comprar en el supermercado sin que antes les de un infarto de miocardio, supongo que será otro ramalazo de loco ultraderechista. O quizás sea uno de los principales motivos por el que la inmensa mayoría de norteamericanos ha decidido elegirle.

Ayer vimos la cara de la misma moneda en dos versiones: Un Biden que lo último que hizo antes de marcharse de la Casa Blanca no fue escribirle la carta de rigor a su sucesor, sino indultar a todos los miembros de su familia sin que nadie les haya acusado de nada, además de al doctor que estuvo detrás de todos los desmanes que se quisieron llevar a cabo durante la época del Covid. Sólo ellos sabrán por qué. Y un Pedro Sánchez, que ayer mismo empezó a dejarnos a todos los españoles, otra vez más, a los pies de los caballos, llamando a los empresarios de las más importantes tecnológicas del mundo, “Tecnocasta”.

Hablamos del mismo sujeto que el pasado fin de semana se fulminó al presidente de Telefónica y colocó en ese mismo puesto al presidente de Indra, la encargada de controlar el proceso electoral de las pasadas elecciones generales de 2023. Unas elecciones que levantaron, y siguen sin acallarse, todas las sospechas acerca de un resultado muy parecido al pucherazo que su amigo Maduro cometió en Venezuela, casi el mismo día, pero un año después. Con un par, sí señor, y resulta que el peligroso al que hay que controlar es Donald Trump.

Un Maduro al que puede que el reloj le esté descontando los minutos, pues Trump no sólo corrigió la barbaridad de sacar a Cuba del listado de países que patrocinan el terrorismo, sino que inauguró la era del “Fracking”, extracción de gas y petróleo de las vastas extensiones norteamericanas a precio de saldo para dejar de comprarlo a dictadores como el venezolano. Indirecta que sirve de aviso de paso a los europeos para que se acuerden de esta misma posibilidad si quieren que los habitantes de Arizona sigan pagando, sin tener por qué, el armamento que no costean los europeos para defenderse de amenazas como las de Putin.

Vaya mi aplauso más sincero para este presidente que me ha hecho recobrar la ilusión, la esperanza y hasta la alegría. Creo que formo parte de un colectivo mayoritario que cuenta con miles de millones de personas que piensan igual, tanto hombres como mujeres, los dos únicos géneros/sexos que existen, pero a los que el miedo y la prudencia los ha mantenido hasta ayer en un prudente silencio. Se acabó, hay que salir a defender el “Sentido Común” antes de que esta casta de paniaguados, indocumentados y analfabetos de la buena vida, estos sí, nos terminen aniquilando y comprometiendo el futuro de la generación de nuestros hijos y nietos.