TRUMPEXIT vs EUROPA. ES NUESTRA HORA
Santiago Alcarranza
A menudo en la historia y en la vida ocurre que, acontecimientos que se desencadenan persiguiendo un fin determinado, producen indeseablemente justo el efecto contrario.
Nuestro idioma (y en casi todos los demás también) está repleto de refranes que ilustran esta realidad.
Un buen ejemplo de lo anterior podría ser sin duda la política de la administración Trump hacia la Unión Europea.
Es evidente, a los ojos de cualquiera, su expreso deseo (en sintonía con su admirado camarada Vladimir Putin) de dividir y, en última instancia, acabar con nuestra Unión.
¿y por qué?
Muy sencillo, La Unión Europea constituye un muy incómodo ejemplo de éxito tanto para Trump como, sobre todo, para Putin. Con todos sus claroscuros, la Unión, demuestra que el progreso económico es compatible con el progreso social, la libertad, los derechos humanos y la preservación del medio ambiente.
Pero lo cierto es que a pesar de la “pinza” ruso norteamericana, en la actualidad, Europa es el espacio más anhelado del mundo.
“¡Dadme a vuestros rendidos, a vuestros pobres,
Vuestras masas hacinadas anhelando respirar en libertad… Enviadme a estos a mí!” es parte del soneto titulado "El Nuevo Coloso", escrito en 1883 por la poetisa estadounidense Emma Lazarus y que está grabado en la estatua de la libertad de Nueva york a modo de bienvenida a los millones de inmigrantes que desembarcaban es esa ciudad.
Europa es la nueva estatua de la libertad.
Hacia aquí miran ahora “esos pobres hacinados anhelando respirar libertad”, pero también los ricos del mundo que compran grandes mansiones y propiedades en nuestras capitales y en nuestras costas y que también desean que sus hijos se formen en nuestras universidades o colegios de élite.
Pero no solo ricos, pobres, estudiantes; todos los países de Europa, incluida España, están recibiendo solicitudes de científicos norteamericanos, o residentes en EE. UU., de primera línea, Para trasladarse a nuestro continente. Huyen de los recortes de la motosierra del señor Musk, e incluso, del clima de persecución por razón de pensamiento, genero o raza que se está gestando en el país norteamericano.
El deseo de emigrar a Europa se extiende por el mundo entero.
Esta situación constituye una histórica oportunidad para nuestra Unión si sabemos jugar bien nuestras cartas.
Muchas de las circunstancias que hicieron grande a EE UU se dan ahora en Europa. Solo tenemos que acertar en cómo gestionarlo.
La inmigración, como se demostró en EE UU, en Alemania y otros países de Europa, y como se está poniendo de manifiesto también en España, puede ser un arma de desarrollo económico y de riqueza formidable si se sabe gestionar adecuadamente.
Científicos de todo el mundo pueden encontrar en Europa el entorno propicio para establecerse, esto atraerá también lógicamente emprendimiento y por lo tanto desarrollo.
Luego, ¿Qué tenemos que hacer en Europa?
En primer lugar, al mismo tiempo que profundizamos en nuestra Unión (más Europa), consolidar y reforzar precisamente lo que en este momento nos hace diferentes y constituye precisamente nuestro mayor atractivo, o sea, un entorno de respeto a los derechos humanos, a la legalidad internacional, a la justicia social, al estado del bienestar, al medio ambiente y a la diversidad y a la igualdad.
En segundo lugar, debemos sacudirnos los extremismos de izquierda y de derechas que al final son lo mismo y que, las potencias extranjeras que todos sabemos, utilizan para desestabilizarnos y socavar nuestra unión.
A medio plazo necesitamos volver a incorporar de alguna manera a Reino Unido. Ellos también lo están deseando.
Si no es posible su integración plena de nuevo por el reciente BREXIT, será necesario volver a hacer una unión de facto a través de tratados bilaterales preferenciales que nos vuelvan a vincular cada vez más.
No nos olvidemos de Canadá, demográficamente muy modesta, pero con grandes e inmensos recursos naturales, donde uno de sus más significativos dirigentes declaró recientemente que Canadá prefería ser mucho antes el estado miembro de la UE número 28 que el estado 51 de EE UU.
En este marco de desarrollo, Europa tiene un punto muy débil y grandes amenazas, y esto es, nuestra debilidad militar y nuestra incapacidad de disuasión nuclear, pues en nuestro seno, solo contamos con Francia cuya capacidad de disuasión es muy limitada.
He aquí otra razón más para la incorporación del Reino Unido.
Sin embargo, incluso con dicha incorporación, seguimos estando en demasiada inferioridad militar y en capacidad de disuasión respecto de EE UU RUSIA y CHINA.
Se que esto será muy impopular, pero si queremos ser una potencia económica y de desarrollo, si queremos ser también autónomos e influir positivamente en el resto del mundo, necesariamente tendremos que ser también una potencia militar y nuclear. No será nada fácil, ni rápido, porque ni EE UU ni sobre todo Rusia nos lo permitirán fácilmente. Pero en mi opinión, es un camino que necesariamente habremos de transitar, lo más discretamente posible, sí, pero cuanto antes empecemos mejor.
Lord Palmerston, primer ministro británico a principios del siglo XIX, afirmó que: "En política internacional, no hay amigos ni enemigos permanentes, solo intereses permanentes". Bismarck sentenció que “en la política internacional no existen ni los principios ni las ideologías, solo los intereses”, en esa misma línea se expresaron grandes estadistas como Winston Churchill.
En sintonía con lo anterior, la opción evidente para Europa es un decidido acercamiento hacia China y la India por varias razones:
Sobre todo, en el caso de China, por aquello de “el enemigo de mi enemigo se convierte en mi amigo”. El Sr Trump ha convertido, de la noche a la mañana, al mundo entero en su enemigo comercial y muy especialmente a China. Europa debe saber explotar esta rivalidad comercial (que amenaza en convertirse en guerra comercial abierta) en su propio beneficio. Tenemos los instrumentos para ello.
En segundo lugar, China y la India son dos mercados inmensos (solo entre los dos países representan mas de un tercio de la población total del planeta) que pueden remplazar, con incluso mas ventajas, la pérdida del mercado norteamericano.
Tercero, aunque el régimen político chino está a años luz de lo que en Europa se consideraría un régimen mínimamente democrático y decente, lo cierto es que en su política exterior este país asiático ha optado por la seducción del “soft power”, en vez de por la intimidación, cuando no claramente por la amenaza, la extorsión o la fuerza que constituyen las herramientas predilectas de Trump y Putin. A mi modo de ver, esto constituye un elemento muy esperanzador, que además sintoniza perfectamente con la misma estrategia de la Unión Europea, para tejer en los próximos años una sólida y mutuamente beneficiosa red comercial con China y ulteriormente con La India.
Adicionalmente, este giro geoestratégico podría influir en alejar a China de Putin y llevar al gigante asiático hacia órbitas más liberales y en sintonía con los modelos europeos, sino por convencimiento sincero, si al menos por interés económico y geoestratégico.
Lo triste de la situación es que EE. UU., se ha convertido ante nuestros ojos en un socio nada fiable, cuyos nuevos valores y alianzas divergen radicalmente de los europeos, lo que inevitable y necesariamente nos empuja a buscar una autonomía política, económica y militar con quien mejor sirva nuestros propios intereses.
Esta situación con EE UU., me temo además que no es coyuntural (ojalá me equivoque). Trump estará al menos durante 4 años, y eso solo en el caso de que, en un proceso de “putinización” de EE UU, no maniobre o consiga un tercer mandato del que ya habla abiertamente. O bien podría ocurrir que su vicepresidente J.D. Vance le suceda en el cargo, quien a mi juicio resulta aun más peligroso que el propio Trump.
Se podrá aducir que, en esencia, supone una contradicción casi existencial conjugar la lucha por la preservación de los valores europeos resaltados anteriormente con un acercamiento o alianza con un país como China. Y admito que así es, pero recordemos otra vez la historia. Recordemos la alianza de Churchill con Stalin para combatir a la Alemania nazi. Es un caso extremo desde luego, que imploro a los cielos para que no se repita nada parecido, pero a menor escala nos sirve como ejemplo. En virtud de aquella alianza, la Unión Soviética de Stalin no se volvió más democrática ni tolerante con los derechos humanos, pero tampoco el Reino Unido de Churchill se tornó menos liberal, sino todo lo contario. Sin embargo, el objetivo común de derrotar a los nazis se consiguió.
Se suele decir en Bruselas que Europa solo avanza a golpe de crisis, si esto es así estamos en el prólogo de dar un paso de gigante en nuestra Unión, no desaprovechemos entonces esta gran oportunidad histórica para profundizar en nuestra integración y hacer de nuestro continente, y del mundo, un lugar mejor a través de nuestro ejemplo y nuestros valores.