Nuevas investigaciones apuntan a una inmunidad de años frente a la covid

Hace tiempo que los inmunólogos advierten de ello, y los estudios que se van haciendo lo van corroborando, a medida que pasa el tiempo: la inmunidad que genera nuestro organismo frente al coronavirus SARS-CoV-2 dura mucho más de lo que se pensaba al comienzo de la pandemia. Tanto la de anticuerpos como la celular. Y esta última, sobre todo, es muy potente. Ahora, dos estudios acaban de publicar resultados que lo confirman.

Las conclusiones de ambos estudios apuntan a que la inmunidad natural contra la covid puede durar, al menos, un año. Es el tiempo máximo que ha podido estudiarse, todavía no ha pasado más. Pero se ha visto también que va mejorando con el tiempo, sobre todo tras recibir la vacuna. Por lo que, al tratarse además de memoria celular, es posible que esta buena respuesta pueda prolongarse más: muchos años, o incluso toda la vida.

Concluyen también las investigaciones que la inmunidad evoluciona de manera muy distinta en los vacunados que han pasado la covid y en los que no. Los que han pasado la infección y se vacunan tienen una respuesta inmune más potente que los vacunados que nunca se infectaron. Y tiene su lógica. No es lo mismo luchar contra un virus vivo que contra una sola de sus proteínas, que es la respuesta que induce la vacuna. Pero vamos por partes.

Células de memoria que "persisten" en la médula ósea

En uno de los estudios, publicado esta semana en Nature, inmunólogos de la Universidad de Washington han visto que las células que conservan memoria del virus (células B) persisten en la médula ósea y pueden producir anticuerpos cuando sea necesario. Eso supone que es como si tuviéramos una pequeña fábrica de anticuerpos instalada en la médula, inactiva pero latente. Ahí tiene nuestro organismo una especie de historial médico donde se registran todos los patógenos que nos infectan a lo largo de la vida.

Una fábrica que, desde allí, sigue produciendo durante décadas anticuerpos cada vez que nuestro organismo los necesite, una vez superada la infección aguda. Los niveles de anticuerpos caen bruscamente, pero estas células no. “De manera consistente, se detectaron células B circulantes de memoria en reposo dirigidas contra la proteína S en los individuos convalecientes (infectados previamente)”, leemos en el estudio.

Las células B son las que se activan rápidamente y producen los anticuerpos cuando nos topamos con el virus por primera vez. Lo que ahora confirma este estudio es que las que se” instalan” en la médula “son una fuente persistente y esencial de anticuerpos protectores”. Algo que lleva a los investigadores a asegurar que “las personas convalecientes del SARS-CoV-2 –que pasaron la infección- tienen un riesgo significativamente menor de reinfección”.

Los anticuerpos decaen, las células B permanecen estables

¿Pero cómo han llegado hasta ahí? Analizando muestras de sangre de 77 personas que habían pasado la covid, a las que hicieron un seguimiento exhaustivo cada tres meses. Comenzaron un mes después de su infección. 71 de los 77 habían tenido una infección leve, sólo seis habían estado ingresados.Para el estudio, obtuvieron muestras de médula ósea de 19 de los participantes siete meses después de la infección. 15 de ellos tenían células B de memoria detectables. Además, cinco de los participantes donaron muestras de médula ósea a los 11-12 meses de la infección. ¿Y qué vieron entonces?  Que la cantidad de células B de memoria se mantuvo estable durante ese tiempo. Permanecen ahí, estables y listas para actuar cuando sea necesario. Se confirma, por tanto, el papel clave que juega la inmunidad celular en este coronavirus, tal y como apuntan los expertos desde hace meses.

Los niveles de anticuerpos de todos los participantes, en cambio, disminuyeron rápidamente cuatro meses después de la infección (algo que ya apuntaban estudios anteriores) y siguieron disminuyendo lenta y gradualmente "durante los siguientes 7 meses", aunque "permaneciendo detectables al menos 11 meses después de la infección".

Hay una cosa más. En cuatro de los 19 participantes que donaron médula ósea no se pudieron detectar esas células B de memoria, lo que lleva a los investigadores a apuntar, además, que las personas infectadas deben vacunarse. Con una dosis les basta, como se ha comprobado ya, pero han de vacunarse.

Células de memoria que maduran y mejoran con el tiempo

El otro estudio, publicado de forma preliminar el pasado 9 de mayo, científicos del Laboratorio de Inmunología Molecular de la Universidad Rockefeller de Nueva York han comprobado que las células B de memoria van madurando y haciéndose fuertes con el tiempo, durante al menos 12 meses tras la infección.

El estudio lo realizaron en 63 personas que habían pasado la covid de forma leve, que fueron “evaluados a los 1.3, 6.2 y 12 meses de la infección”. 26 de ellas, el 41%, había sido vacunado además con la primera dosis de Moderna. Los investigadores analizaron la sangre de los 63 participantes y vieron que tanto los anticuerpos neutralizantes -los que bloquean al virus y evitan la reinfección- como las células B de memoria “permanecen relativamente estables de 6 a 12 meses”. Y vieron, además, diferencias importantes entre los vacunados y los no vacunados.

Infectados vacunados, más protegidos frente a las variantes

Un año después de la infección, la actividad neutralizante de los anticuerpos en los no vacunados fue menor que en los vacunados. Se observó, sobre todo, una pérdida importante de anticuerpos neutralizantes contra la variante sudafricana, aunque esto sería hasta cierto punto predecible, porque es la variante que mejor elude esta respuesta inmune. La vacuna amplificó significativamente los niveles de anticuerpos, y además, potenció su capacidad neutralizante. Es decir, que mejoró esta respuesta en calidad y en cantidad.

A medida que pasaba el tiempo y las células B de memoria siguieron madurando, los anticuerpos que produjeron desarrollaron la capacidad de neutralizar mejor a las variantes. Esto demuestra, dicen, que las personas que han pasado la covid y después han recibido la vacuna tendrán niveles extremadamente altos de protección contra variantes emergentes, incluso sin recibir una dosis de refuerzo.

Las células B de memoria producidas en respuesta a la infección, y mejoradas después con la vacunación, son tan potentes que frustran incluso las variantes del virus, lo que anula la necesidad de recibir una segunda dosis de refuerzo de la vacuna.

En el estudio lo explican así. “Los datos sugieren que la inmunidad en los individuos que han pasado la covid será muy duradera y que los que reciben las vacunas de ARNm (Pfizer o Moderna) producirán anticuerpos y células B de memoria que deberían protegerles contra las variantes circulantes del SARS-CoV-2”.

Michel Nussenzweig, el inmunólogo que dirigió el estudio, advierte en el New York Times que "las personas infectadas y vacunadas después tienen una respuesta excelente. Y es de esperar que dure mucho tiempo". Los que no han pasado la covid, en cambio, sí pueden necesitar esa segunda dosis de refuerzo de la vacuna.

Lombardía confirma la longevidad de la respuesta

Hay otro estudio, publicado este mismo viernes, que corrobora todo esto en uno de los primeros escenarios donde la pandemia hizo estragos: Lombardía. Fue la primera zona cero de la covid en Europa. Pues bien, ahora se ha comprobado que, después de un año, la inmunidad de los infectados entonces sigue siendo muy alta.  

“Las reinfecciones son raras y los pacientes que se han recuperado de la covid han mostrado un menor riesgo de reinfección. La inmunidad natural al SARS-CoV-2 parece conferir un efecto protector durante al menos un año, lo que es similar a la protección informada en estudios recientes de vacunas”, concluyen los investigadores.

Lo único que no pudieron determinar en este caso es si esa inmunidad sigue siendo igual de alta al enfrentarse a las variantes del virus. “El estudio terminó antes de que las variantes del SARS-CoV-2 comenzaran a extenderse y se desconoce si la inmunidad natural al virus original protegerá también contra las variantes”, advierten.