La sinfonía de la vida. Diario de un peregrino. Capítulo 6°. Nájera - Grañón. 28 kilómetros Leopoldo Bernabeu
Si observo con el detenimiento que ofrece el Camino todo lo sucedido en estos seis días, que bien podría confundir con seis mundos, concluyo en que la vida es un continuo aprendizaje. Ni la edad ni la experiencia son nunca suficientes como para desechar esta universidad de la vida en la que siempre se aprende algo nuevo. Más bien al contrario, se termina cumpliendo ese proverbio que nos recuerda que "se quiere cuando ya cuesta que se pueda, habiendo dejado escapar el haber podido cuando no se quiso".
Apenas he rebasado ese primer ecuador de 200 kilómetros del Camino, y ya empiezo a entender que la búsqueda interior es la clave de este examen que persigue cultivar la espiritualidad. Es lo que imaginaba y lo que quería, aquí y ahora empiezo a dar Fe de la conquista y bien que lo agradezco. Caminamos como peregrinos en busca de Santiago evocando la misma eternidad que a nuestros antepasados les ofreció el "finis terrae" que allí se encontraban y que aún sefuimos admirando entusiasmados. Ese lugar desde el que ya no se podía caminar más. Buscamos dar un giro a nuestra existencia y lo adornamos con el cumplimiento de alguna promesa. No son contradictorias propuestas pues andan cogidas de la mano.
En pleno agosto y durante esas noches de paz y tranquilidad, en las que miramos al cielo estrellado buscando las lágrimas de San Lorenzo, salimos al encuentro de nuestra purificación. Necesitamos la transformación que nos permita entender que se puede vivir de otra manera, más tranquilo, separados de lo material, al reencuentro de uno mismo, de aquello que fuimos en nuestra infancia, mucho antes de contaminar nuestro espíritu con las más simples y abyectas carencias humanas.
Y afrontamos el Camino de Santiago con miedo, dudas e incertidumbres, pero en pocos días convertimos la ruta en el hogar compartido. Vemos como brota la riqueza de la amistad, el valor de lo sencillo, el poder vivir con lo justo, sin miedo a la austeridad, huyendo del consumo establecido que adultera nuestra existencia económica y social, empezando a destrozar nuestro Camino interior sin miedo. Hay que seguir avanzando, dando un giro radical.
Nos hablamos durante horas en silencio con esas palabras que dan voz al corazón y que ni siquiera creíamos que existieran. La emoción al recordar a los nuestros, pensar en los errores cometidos y ese sinfín de expectativas, ilusiones, esperanzas y buenos deseos, nos hacen crecer en días, lo que no habíamos conseguido en años. Somos la reencarnación de aquellos primeros peregrinos que se guiaban hasta Santiago por el Camino de las Estrellas, iluminados tan solo por la Vía Láctea. Hoy no somos tan distintos como nos quieren hacer creer.
Pero hay más. El cansancio, las dudas, el miedo y el sufrimiento, son los que nos deben conducir a esa crisis transformadora que terminará siendo liberadora. No huyas, es así como alcanzamos el gozo de la ruta. Es esta la forma que nos hará entender nuestras lágrimas de felicidad. La vida empieza a tener sentido, dejamos atrás la perversa rueda del ratón, la maldita rutina.
Transformar el mal y la negatividad en bondad, es el verdadero premio del Camino. Sólo debemos entenderlo.
Dormir en el humilde albergue de peregrinos de Nájera después de 50 agotadores kilómetros, incorporó otra imagen a la imaginaria agenda de apuntes que ya se abre espacio en mi mente. Cada uno de los 48 que allí compartimos habitación, mostraba su mejor cara exterior. Con la voz tenue todos mostrábamos las mismas dudas por dentro. Entenderlo es disfrutarlo, no hay ninguna vergüenza en reconocerlo.
Hoy el Camino me ha traído hasta Grañón y de nuevo tengo que dar las gracias. El Camino provee. Con la expectativa de alcanzar el albergue parroquial, dormiré en "La Casa de las Sonrisas", un mágico lugar regentado por Laura que no encuentras en ninguna guía, ni falta que hace. La llegada de Peio, otro nuevo amigo más, nos ha permitido compartir la comida y darnos cuenta de lo parecidos que somos todos.
Hay momentos que costará explicar, pero que han marcado mis retinas: la mujer que subía el Perdón con dos bebés y una cría sin dejar que nadie la ayudara, el médico hindú del que tuve dudas y demostró su inmensa humanidad, el móvil que me hizo sudar tinta en las cuentas de Roncesvalles poniendo mi límites a prueba, los increíbles hospitaleros y el Padre del albergue Betania en Pamplona, los curiosos personajes de Joan y Oliver, ese matrimonio tan extraño y tan comprometido en el albergue de Lorka, la cena converrida en la Torre de Babel, mi hermano Iván y su maestra mano cocinera en Sansol, el amigo invisible de Alaquas y Patricio con su ilusión de correr la primera maratón de Alicante.... Podría seguir así tantas líneas...
Un sinfín de anécdotas que dan para un libro, y me hacen pensar mucho menos en la maravillosa ampolla que tengo en el talón izquierdo. Supongo que es lo que tiene estrenar zapatillas nuevas.
Son demasiadas las vivencias como para explicarlas todas. ¿He dicho explicarlas?, perdón, quería decir escribírmelas. Porque escribo para mí, para recordar que todo esto me sucedió y lo viví. Si además consigo que te guste, miel sobre hojuelas.
Quiero seguir buscando la riqueza en la amistad, y descartar todo el que resta y consume energía, animándoles a que hagan el Camino de Santiago y se den una oportunidad. Si no pasa nada, es muy probable que mañana me siga contando historias que escribo también para ti. Buen Camino.