Joaquín Huete: “Cada vez es más gente la que quiere acercarse al mundo de la espiritualidad, rompiendo cualquier tabú”
Para las cosas nuevas se necesitan nuevas palabras, así lo requiere la claridad del lenguaje, para evitar la confusión inseparable del sentido múltiple dado a los mismos términos. Las palabras espiritual, espiritualista y espiritualismo, tienen una acepción bien definida y darles una nueva para aplicarlas a la Doctrina de los Espíritus sería multiplicar las causas ya numerosas de anfibología.
En efecto, el espiritualismo es lo opuesto al materialismo; quien cree que haya en sí mismo otra cosa que materia, es espiritualista. Pero no se sigue de ahí que crea en la existencia de los Espíritus o en sus comunicaciones con el mundo visible. En lugar de las palabras espiritual, espiritualismo, empleamos para designar esta última creencia las de espírita y Espiritismo, de las cuales la forma recuerda el origen y el sentido radical teniendo por lo mismo la ventaja de ser perfectamente inteligibles, reservando a la palabra espiritualismo la acepción que le es propia.
Diremos, pues, que la Doctrina Espírita o el Espiritismo tiene como principios las relaciones del mundo material con los Espíritus o seres del mundo invisible. Los adeptos del Espiritismo serán los espíritas o si se quisiere, los espiritistas.
Como especialidad, El Libro de los Espíritus contiene la Doctrina Espírita; como generalidad, se asocia a la doctrina espiritualista de la cual presenta una de sus fases. Tal es la razón por la que trae en su encabezamiento las palabras: filosofía espiritualista.