Elisio Da Silva: “No es correcto entrenar más porque sea verano, es como lavarse los dientes, todos los días del año”

La actividad deportiva se ha instalado de manera definitiva en nuestro día a día, tanto a nivel profesional como de aficionado. Mantenernos activos gracias a la práctica de algún deporte se ha convertido en un elemento fundamental para disfrutar de una vida saludable gracias a sus múltiples beneficios físicos y psicológicos.

Con la llegada del verano, aumenta la motivación para hacer ejercicio: los días más largos, el buen tiempo y las vacaciones, nos animan a iniciar o intensificar la práctica deportiva. Sin embargo, este entusiasmo también trae consigo un aumento significativo en el número de lesiones.

Muchas personas intentan recuperar en pocas semanas lo que no han trabajado físicamente durante el resto del año, y eso pasa factura. El 25% de las lesiones veraniegas se deben a la falta de preparación física, el sobre esfuerzo y la fatiga.

Además, el riesgo de lesionarse es mayor con la edad o el aumento de peso, ya que los músculos y tendones son más vulnerables. Para tener una buena condición física hay que realizar ejercicio todos los días durante varios meses. Si no lo haces, te rompes.

Una manera sencilla y eficaz de iniciarse en el deporte es caminando. Comenzar con media hora diaria y aumentar progresivamente tiempo e intensidad es una excelente estrategia. El verano también ofrece la posibilidad de hacer actividades acuáticas, especialmente beneficiosas porque reducen el impacto sobre las articulaciones. En el agua, el cuerpo pesa menos y hay menor riesgo de lesión.

El sobrepeso y la obesidad son un problema de salud pública en constante crecimiento en todo el mundo, asociado no solo a enfermedades metabólicas —como la diabetes tipo 2 o la hipertensión—, sino también a un deterioro cognitivo más precoz y acusado. Ahora, un equipo de investigadores del Hospital Universitario Virgen de la Victoria, aporta una pieza clave para comprender cómo un sencillo patrón de alimentación puede proteger tanto el cuerpo como el cerebro. El ayuno intermitente en días alternos, no solo reduce la grasa corporal, sino que refuerza la memoria, la atención y el control inhibitorio en personas con obesidad a través de la comunicación del eje intestino-cerebro. El ayuno intermitente ha sido una constante en la evolución de los homínidos y hace sólo un corto espacio de tiempo que el ser humano se alimenta prácticamente sin que existan periodos de ayuno.

La obesidad es un factor de riesgo no solo para problemas cardiovasculares y metabólicos, sino también para un declive cognitivo prematuro. De hecho, diversos estudios epidemiológicos han vinculado la inflamación crónica y las alteraciones de la microbiota intestinal con un peor rendimiento en tareas de memoria y atención. Muchas aproximaciones dietéticas se han prescrito a pacientes con obesidad, pero hasta ahora se desconocía si estas podrían contrarrestar ambos frentes de forma simultánea. Algo, para lo que ya tenemos respuesta gracias a este trabajo.

Un grupo basado en una dieta mediterránea equilibrada, un segundo grupo realizaba una dieta cetogénica, esto es, alta en grasas y baja en carbohidratos, que induce un estado de cetosis y en último lugar, un tercer grupo realizó ayuno intermitente en días alternos (ADA), es decir, una alternancia de un día de ingesta habitual (sin restricción calórica intencionada) con otro de ingesta muy reducida (menos del 25 % de las calorías habituales).