El pasaporte de vacunación puede convertirse un elemento más del equipaje en los desplazamientos del mundo que dejará la pandemia de Covid-19. Gobiernos y entidades privadas trabajan para lograr que un documento acredite que el viajero ha recibido la vacuna contra la enfermedad que ha detenido los viajes y cerrado las fronteras alrededor del globo.
Sin embargo, lo que parecía un mero complemento de la vacuna que facilitaría la movilidad y la reactivación económica, se ha topado con reticencias y obstáculos que posponen su aplicación. Además de cuestiones éticas y científicas, la propia lentitud en el proceso de vacunación está retrasando la iniciativa. La Organización Mundial de la Salud ha sido una de las voces favorables a esperar: primero las vacunas, después, el pasaporte de vacunación. El pasado enero, el Comité de Emergencias del organismo pedía a los países que no exijan, por el momento, este tipo de documentos.
“Solicitamos que no se introduzcan requisitos de prueba de vacunación o inmunidad para los viajes internacionales”, afirmaba la OMS, “ya que todavía existen importantes incógnitas sobre la eficacia de la vacunación en cuanto a la reducción de la transmisión y la disponibilidad de vacunas es limitada”.
Sin embargo, esta semana, el enviado especial de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la Covid-19, David Nabarro, se abría a la posibilidad para “los próximos meses”.
"Tengo la absoluta certeza de que en los próximos meses tendremos mucho movimiento y, en las condiciones en las que la gente puede moverse de un sitio a otro, algún tipo de certificado de vacunación, sin duda será importante", declaraba a Sky News.
El propio Gobierno de España está trabajando para la futura implantación de un pasaporte de vacunación, de manera conjunta con la Unión Europea. Así lo ha asegurado en varias ocasiones la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, que esta misma semana reiteraba que una de las herramientas para la reactivación del turismo sería ese pasaporte vacunal, que permitirá viajar “mejorando nuestra experiencia turística” y “con garantías de seguridad”.
Por su parte, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, señalaba este lunes que el pasaporte de vacunas en el que trabaja la UE “no es algo nuevo ni descabellado”. Sin embargo, Simón era partidario de valorarlo “con sumo cuidado” puesto que “no toda la población tiene acceso a la vacuna”.
No es nuevo ni descabellado, afirmaba Simón, porque ya existe un certificado internacional de vacunación para la fiebre amarilla, y otras enfermedades infecciosas. “Hasta ahora lo que había era una libretita de color amarillo que certificaba que te habías vacunado contra la fiebre amarilla”, relata a este diario el vicepresidente ejecutivo de Exceltur, José Luis Zoreda, “ahora se trata de tener una tarjeta con un chip, un documento que haga las veces de salvoconducto y que esté, en un principio, homologado por los países Schengen y, a poder ser, validado por la OMS”.
El sector turístico tiene confianza en que este tipo de herramientas contribuyan a garantizar la seguridad y comodidad de los viajes cuando avance el control de la pandemia. “No es beneficioso, es fundamental”, apunta Zoreda.
Si la movilidad anterior a la pandemia dejaba estampas de lugares inhóspitos como el monte Everest atestado de montañeros haciendo cola para acceder a su cumbre y España registraba récord tras récord de visitantes cada año, la pandemia mundial de Covid-19 cortaba en seco esa situación.
España ha vivido su peor ejercicio de los últimos 51 años durante 2020. De los 91.912 millones de euros que habían entrado en España por ingresos turísticos en 2019 se pasó a 19.740 millones en 2020, un 78,5 % menos, según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
El turismo es un sector estratégico para España, verdadera potencia mundial del ramo, el segundo país, después de Francia, que más turistas recibe cada año; aporta unos 150.000 millones de euros ala economía, el 12,3% del PIB y da empleo a 2,62 millones de personas.
Reticencias en la Unión Europea
La iniciativa de un pasaporte de vacunación que permitiera viajar entre países del espacio Schengen surgió en un primer momento de Grecia y en seguida fue secundada por España. Fuera de la Unión Europea, países cuyo programa de vacunas está más avanzado trabajan en instrumentos similares.
Israel ya ha firmado un acuerdo con Grecia para aliviar las restricciones a los viajeros israelíes que entren en el país con una prueba de vacunación. También con Chipre, de forma que ciudadanos de ambas naciones puedan visitar el otro país sin necesidad de guardar cuarentena si están vacunados contra el coronavirus. El primer ministro chipriota, Nicos Anastasiades, se ha aventurado incluso a poner fecha para la entrada en vigor del acuerdo: el 1 de abril.
En Reino Unido, donde la estrategia de vacunación avanza por delante de la de otros países, el Gobierno estudia, junto con otros países como Estados Unidos y Singapur, la posibilidad de impulsar un documento de viaje que certifique que se está libre del virus.
Sin embargo, dentro del seno de la Unión Europea, pesos pesados como Francia o Alemania han enfriado las perspectivas.
Los argumentos sobre la mesa son los mismos que los de la OMS. Por el momento se desconoce hasta qué punto la vacunación previene de la transmisión del virus y el bajo porcentaje de la población que ha sido vacunada impide emitir este tipo de documentos.
Fronteras
La estrategia de vacunación en la Unión Europea no avanza tan rápido como se esperaba, la situación de la pandemia continúa siendo grave y la Comisión ya ha dado muestras de preocupación por el caos fronterizo entre países miembros. Ahora mismo, Europa dista de ser un lugar donde prime la libertad de movimiento.
Alemania ha anunciado controles con República Checa y Austria y el Ejecutivo comunitario adelantaba que enviará una carta a cada Estado miembro para recordar que recomendó coordinar las limitaciones a la libertad de movimientos. Bruselas no es partidaria de prohibiciones generalizadas de los viajes.
El horizonte de reactivación del tráfico de viajeros parece, en estos momentos, lejano. Ya no digamos el turismo vacacional y de placer. “Demanda no falta”, apunta el vicepresidente ejecutivo de la patronal del turismo española, “ahora hace falta que se acelere el proceso de vacunación y se acaba con la ‘tramitología’ y los corsés administrativos”.