Alvise Pérez: “Soy consciente de lo que estoy haciendo y te garantizo que vale la pena, mi país vale todo este sacrificio”
Alvise Pérez, Luis Pérez Fernández, es en la actualidad un eurodiputado español nacido el 26 de febrero de 1990 en Sevilla, por lo que a pesar de todo lo que hemos escuchado sobre él, tan sólo tiene 35 años. Se afilió a UPyD en 2011 y colaboró como voluntario en el área de Hacienda y Administración Pública. En 2017, se unió a Ciudadanos y trabajó como jefe de gabinete en el Parlamento Valenciano. Su actividad se centra mayormente en la difusión de contenidos a través de Internet, concretamente por Telegram y X, los cuales a menudo son considerados como bulos por todos aquellos a los que no interesa su avance.
Se presentó a las elecciones al Parlamento Europeo de 2024 en España como cabeza de lista de la agrupación de electores «Se Acabó la Fiesta», no ocultando, según él, que su primera intención era conseguir el aforamiento de los parlamentarios ante el Tribunal Supremo. La candidatura obtuvo algo más de 800 000 votos y tres eurodiputados. Sin embargo los otros dos eurodiputados se declararon independiente tras comunicar que "las investigaciones judiciales abiertas contra el señor Pérez por presuntos delitos que incluyen corrupción, estafa, blanqueo de capitales y falsedad documental, nos obligan a marcar una frontera ética y política clara: ni compartimos sus métodos ni participamos de su entorno".
Hace algunos años, no sé cuantos con exactitud, mi hermano me habló de un personaje que estaba teniendo un clamoroso éxito en las redes sociales. Se dedica a poner de vuelta y media todo lo que hace el Gobierno, fue lo que me dijo para llamar mi atención. Por entonces ese gobierno era el incipiente de Pedro Sánchez. Le dije que no lo conocía y se extrañó. Resultaba lógico pensar así. Soy periodista hace muchos años y me gusta estar rabiosamente al tanto de la actualidad. Para justificar esa afirmación añado, que la lectura de periódicos me costó una relación. Sacad vosotros la conclusión de hasta que punto alcanza mi pasión por la información política diaria.
También valdría para entender mi desconocimiento del pretendido caso, que mi relación era, y por desgracia sigue siendo, muy deficiente con todo lo que tiene que ver con las redes sociales, con la tecnología en general, ámbito en el que este señor triunfa y lo sigue haciendo, y en el que a mí no me ha quedado más remedio que mejorar si me quiero terminar enterando de algo. Porque ojo, la prensa de papel está en franca decadencia y la televisión generalista deja tanto que desear, que los canales de pago le han comido la tostada. Son sus propios culpables, aunque esta es harina de otro costal. Prosigamos.
Fue entonces cuando escuché hablar por primera de Alvise Pérez y decidí empezar a seguirlo. Años después nada ha cambiado en su forma de actuar, pero su popularidad ha crecido como la espuma, tanto para quienes lo idolatran como para quienes lo aborrecen. No tendría por entonces los cien mil seguidores, tampoco lo recuerdo bien. Ha alcanzado más de 700.000 en Telegram, casi 200.000 en watsap y sé que son más de 3,5 millones los mensajes que recibe cada semana en sus redes. Hace menos de año y medio, y después de crear de la nada y en tiempo récord un proyecto político, consiguió que le votaran más de 800.000 españoles. Ojo, con apoyo cero de los medios de comunicación y por debajo de cero en campañas publicitarias. Todo un fenómeno social, lo único en lo que nadie puede discutir.
Su forma de actuar es clara. Es la encarnación del superhéroe que todos hemos querido ser en alguna ocasión, pero sólo durante unos minutos, hasta que se termina la película y volvemos a nuestra rutinaria vida. Una de esas poquísimas personas que se ha echado España a la espalda y ha decidido adentrarse en las entrañas de la política para enseñarnos a todos lo que ya presuponíamos, que la corrupción campa a sus anchas. Que la política, en general y con honrosas excepciones, la forman personas con buenas primarias intenciones hasta que alcanzan el poder, y una vez ahí, situados al calor de la poltrona, la moqueta y el coche oficial, no los sacamos ni con agua caliente. Porque vivir de la sopa boba, del erario público y a cuerpo de rey, es algo tan jugoso, que los ideales y los principios se diluyen con la misma facilidad que lo hace una vela encendida o una tableta de chocolate puesta al sol. Resulta vomitivo ver como nuestros políticos se oponen hoy a una Amnistía inconstitucional y mañana la defienden a cada y espada, sólo porque de eso depende la supervivencia del flautista de Hamelin de turno.
Alvise Pérez es otra cosa, ha decidido salirse de lo establecido y eso no gusta. Se ha convertido en alguien tan distante del resto de la clase política que es hoy el mayor perseguido por el poder establecido que siente su aliento, se siento amenazado y ven peligrar las estructuras que les permiten seguir adosados como la lapa a la roca. Y es precisamente por eso, porque no comulga con el poder. Ha llegado hasta ahí para demostrarnos a todos que somos meros cromos de una baraja manejada por unos cuantos que nos mueven cuando les interesa para volvernos a dejar en el mismo sitio unos cuantos años más. Ha empleado su juventud y, mucho me temo que el resto de su vida, para abrirnos los ojos, y se las está llevando de todos los colores.
Es ahí donde entra mi desazón personal. Puedo estar o no de acuerdo con lo que dice Alvise Pérez. En muchas cosas comulgo, en otras tantas no. Para que sirva de ejemplo, y se lo he dicho, me molesta mucho que se queje del desprecio que le hace la profesión periodística en general, pero no me ha querido conceder una entrevista durante los más de 18 meses que ando pidiéndosela. Ya sé que no todos somos grandes, pero somos medios que merecemos respeto. Por lo demás, he discutido con bastantes colegas a los que he mostrado mi incomprensión. No entiendo ese escarnio público que existe contra Alvise. Te podrá gustar más o menos lo que dice, a mi me pasa con muchos políticos, pero a ninguno le he cerrado la puerta de mis medios jamás. Quizás me siento algo identificado. Hubo un tiempo en el que creé un proyecto político en Benidorm y pude comprobar ese odio del que hablo. Ningún colega me quiso entrevistar y aun así obtuvimos más de un 12% de los votos del año 2015.
No es normal que un tipo que se juega la piel a diario por sacar a la luz infinidad de casos de corrupción que el tiempo se encarga de demostrar que eran ciertos, esté vetado por la prensa, más aun sabiendo que es eurodiputado y le han votado más de 800.000 españoles. No lo comprendo. ¿Qué le pasa a mi país que le da voz a gente que nos miente cada día como pedro Sánchez, a incapaces como Núñez Feijóo, a proetarras que representan a los asesinos de cientos de españoles o a independentistas decididos a seguir rompiendo España?... Alvise Pérez tendrá en mis medios el mismo trato que Koldo García y todo aquel que quiera venir a explicarnos sus porqués. No soy juez, lo he dicho mil veces, soy periodista.
Los españoles de última generación se han acostumbrado, en exceso y quizás no siendo culpables del todo, a que se lo den todo hecho. Bien mascadito al menos. Hemos pasado en muy poco tiempo, de ser una nación envidiada por su trayectoria y esfuerzo continuo a lo largo de los últimos siglos, a otra apesebrada y llena de estómagos agradecidos que ven en eso del esfuerzo que nos recuerda Juan Roig, una quimera. Mucho más cómodo resulta que te den una paguita por no se que motivo, ya inventaremos alguno, o una subvención, por no se cual otro. Da igual, la clave es que sumando unos chollos y otros, hemos generado una generación amansada y encantada de haberse conocido, que no plantea lucha social alguna y que no entiende, o prefiere taparse ojos y oídos ante la degeneración salvaje de quienes nos mal gobiernan, y que contribuyen silenciosamente a una deriva de la que se tardan varias décadas en salir. Esos de ahí arriba están muy convencidos de que la trayectoria correcta es la repetición del cuento comunista de primeros del siglo pasado, sin conocer, resulta obvio, las consecuencias del mismo. Dame pan y dime tonto, podría ser, sin complejos, el título de esta reflexión. Venezolanos, cubanos y muchos otros países del planeta, nos lo pueden explicar con todo lujo de detalles.
Conocer por tanto a alguien como Alvise Pérez, tan odiado por esa casta privilegiada que ve peligrar su modus vivendi, gracias a estos pocos valientes que entregan su juventud de una manera tan honorable en defensa del colectivo, es un auténtico privilegio. Al menos para quienes seguimos teniendo una leve llama de esperanza, cada vez menos visible y cautiva, a la que nos aferramos para que este país, que se ufana en gritar sus propias miserias buscando en el de al lado que le salve, pero que cuando tiene la oportunidad de defenderse asimismo, prefiere quedarse en el sofá de casa al socaire de a ese poder mediático perfectamente engrasado con nuestro propio dinero, dejando que germinen y crezcan esas bien sembradas dudas que ya se encargan de introducirnos para que no nos sumemos a cualquier incipiente proyecto valiente de cambio. Lo han conseguido, no se sabe muy bien porqué, pero nos teledirigen hablando mucho, diciendo poco, engañando siempre y viviendo a cuerpo de rey gracias al esfuerzo colectivo de los demás. Sólo la educación nos puede sacar de ese abismo, de ahí que no quieran que estudiemos siquiera en nuestro propio idioma. Cuanto mayor sea la confusión, más cerca estará su éxito, nuestra derrota.
Lo primero que me llama la atención es la juventud de Alvise Pérez. Con apenas 35 años son ya quince de lucha, seis desde que inició su batalla en solitario, después de pasar por dos prometedores proyectos, UPyD y Ciudadanos, a la postre también fallidos. Tenían los mismos defectos de fábrica que los demás, me dice. Ha hipotecado su tiempo y lo sabe. Es un perseguido por la política, los medios de comunicación y parte de una justicia mal entendida. ¿Su delito?, empeñarse en abrir los ojos a los españoles, demostrando cada día que la corrupción campa a sus anchas por todos lados, prensa incluida. Fundamentalmente en la administración pública, donde durante toda la democracia, el intercambio de comisiones por adjudicaciones, se ha llegado a convertir en algo tan natural como tomar café antes de ir al trabajo.
Un legado de corrupción que ha calado hasta el tuétano, donde no existe adjudicación pública que no esté previamente trufada de ese olor a cheque en blanco que tanto daño y tanto estupor causa en una ciudadanía hastiada, que ve como todo lo público florece, trabajando lo justo y afianzando, nunca he sabido porqué, puestos de trabajo fijos de por vida, mientras en lo privado el sueldo es el que es y la subida de impuestos resulta tan asfixiante que, demasiadas veces, termina por conducir hacia la boca del lobo a quienes han tenido en la rectitud su modus operandi toda la vida. Un auténtico caos que ha sido mejorado con este gobierno de Pedro Sánchez, el que venía a sacar la corrupción de las esferas de poder y lo ha aupado al primer escalón del pódium.
Pasó Alvise de estar trabajando en los despachos de la política a saltar al ruedo de Las Ventas para intentar cambiarla. Complicada batalla. Son pocos los que quieren entender, a través de un práctico ejemplo que todo lo clarifica, que los jugadores del Barça y el Madrid nunca se van a llevar mal, sólo las aficiones. Y cuando alguien intenta llegar a lo más alto, se unen para hacerle la vida imposible. Estaba incómodo viendo lo que veía, y sabiendo que su madre, deslomada de sol a sol de lunes a domingo, ganaba diez veces menos que todos esos que pululaban, con los pies subidos a la mesa y viendo el móvil, a su alrededor. Tiene la grandísima suerte de que su entorno más cercano, el que más padece todo lo que le hacen y le dicen, le apoya. Es imprescindible para tener estabilidad donde más se necesita. Sus objetivos eran y siguen siendo los mismos, desenmascarar la basura política que aboca al país al vertedero, son los años quienes los han modernizado. Se ha dado cuenta Alvise que para llegar arriba y poder cambiar de verdad las cosas, hay que ser un verdadero y recalcitrante hijo de la gran puta. Lo sabe y lo dice, abiertamente. Los demás lo agradecemos. Sin ideología ninguna, no va esto de derechas o de izquierdas, sino de libertad y de España. De ahí que diera el paso y acertara, casi sin saberlo, al crear “Se Acabó la Fiesta”, un nombre nacido de las zancadillas que le han ido poniendo con el esto de intentos, y que le ha aupado a una primaria e inesperada gloria, alcanzando los 800.000 votos en las elecciones europeas del año pasado. Unos resultados puestos en duda por la misma mafia que le persigue y que tiene mucho que ver en esa más que posible manipulación de los resultados electorales que le dieron la victoria a Pedro Sánchez en Julio de 2023, dejándonos ojipláticos a todos los españoles.
Una mafia que, después de obtener tres eurodiputados y convertirse de lleno en un problema para las élites corruptas que campan a sus anchas por Europa, siguió con sus reptil persecución y carcomió sus entrañas, seduciendo a esos dos vividores, convertidos en ladrones de voluntades, que le acompañaban en su propia lista electoral, dos don nadie que desde entonces viven a cuerpo de rey sin que simpatizante alguno les haya votado ni conocido nunca. Tengo mucha experiencia en lo que digo después de haberlo vivido en carne propia. “Se Acabó la Fiesta” es la suerte convertida en perfección, y si existe no es porque Alvise tenga interés en llegar a ser algún día presidente de nada, sino por la ineficacia de una oposición muy parecida al gobierno. Es bueno no olvidar que todos beben de la misma fuente, todos llevan varias décadas a la sombra de la política y ninguno ha rechazado las suculentas viandas que se reciben simplemente por salir elegido, como si a alguno de nosotros nos dieran un premio por el hecho de haber sido contratados. Los medios de comunicación le tienen miedo, y esa es su propia tumba. Los periodistas no somos jueces, estamos para escuchar a todo el mundo, es nuestro “leif motiv”. Si dependes de la financiación pública, pierdes tu independencia y lo que haces de ja de llamarse periodismo. Alvise avisa de que se acabó el chollo y yo estoy conforme, así se lo he dicho en abierto. A nadie le regalan nada, no tiene porque ser diferente para los medios. Todos tenemos que salir a ganarnos nuestro pan, y si no sabemos hacerlo, a dedicarse a otra cosa.