Alberto Varela: “Semana Santa y España son una combinación turística a caballo ganador siempre”
Si bien se asume o debe asumirse que la sostenibilidad es la herramienta esencial para que el negocio turístico tenga futuro y que esa ruta hasta lograrlo sea competitiva, si ya se ha incorporado en muchas empresas de cierto tamaño la responsabilidad ESG,todavía no se ha logrado incorporar la sostenibilidad como valor en el producto y experiencia turística. Y es que los clientes, consumidores o turistas no perciben los beneficios que obtienen cuando el alojamiento, el restaurante, o el destino tiene un modelo de gestión sostenible que no solo beneficia a quien lo implanta, sino también a quien lo usa.
¿Pero cómo se puede valorar a la hora de comprar un producto, conceptos como cambio y crisis climática, huella de carbono, descarbonización, energías renovables, inclusión social, gestión del agua, etc.? Es decir, ¿se puede añadir estas ventajas al precio de venta, los clientes están dispuestos, como dicen las encuestas, a pagar este sobre valor?. La respuesta es la esperada que contradice la mayoría de las encuestas y es un rotundo “NO”, no están dispuestos a pagar más, aunque lo digan. Y es que es difícil entender la sostenibilidad y los beneficios que aporta al consumidor final, pero fíjense que apoyar causas de naturaleza, especialmente fauna y hábitats amenazados o incluso regeneración de espacios naturales es algo muy cercano, entendible, perceptible y emotivo. Y aunque una gran mayoría de turistas (65-78%) afirman que la sostenibilidad les importa mucho y son exigentes, a la hora de comprar el precio sigue mandando bastante. En pocas palabras: ¿cómo cerramos la brecha entre el decir y el hacer?