Un grupo de 'sabios en coronavirus' desmonta el informe de la OMS: "La teoría del laboratorio sigue siendo viable"
El pasado 30 de marzo la OMS dio carpetazo a la investigación sobre el origen de la pandemia del coronavirus, la peor en un siglo, con un controvertido informe que generó más dudas que certezas. En él, el organismo se inclinaba claramente por la hipótesis natural del SARS-CoV-2 y descartaba con rotundidad que éste hubiera podido escaparse de uno de los tres laboratorios que experimentaban con virus similares en la ciudad china de Wuhan.
Según argumentaron los expertos enviados a China por la institución que comanda el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, lo más probable es que el coronavirus saltara desde un animal, como el pangolín, la civeta o el murciélago, al humano a través de un huésped intermedio. Sin embargo, no se encontró rastro del virus en los más de 80.000 animales analizados. Tampoco dieron los investigadores con el lugar de procedencia de ese supuesto espécimen, ni con el paciente cero, el primer humano infectado con ese coronavirus.
Pese a la relevancia de la noticia (el estudio sobre el origen del virus causante de millones de muertos, elaborado por la principal institución de sanitaria del planeta), lo cierto es que el informe de la OMS pasó con más pena que gloria por los medios y solo algunos, como el Washington Post o el Financial Times, se mostraron abiertamente críticos con él. En general, la comunidad científica guardó silencio... Hasta hoy.
Este jueves, un grupo de reputados investigadores de algunas de las mejores universidades del planeta, como Harvard, Yale, Stanford o Cambridge, han roto ese silencio para demandar una verdadera investigación independiente que determine el origen de la pandemia. En una carta abierta titulada Investigar los orígenes del Covid, publicada, ni más ni menos, que en la prestigiosa revista Science, los 18 firmantes contradicen a la OMS y aseguran que "las teorías de la liberación accidental de un laboratorio y el derrame zoonótico siguen siendo viables".
Los científicos, muchos de ellos en la vanguardia investigadora del SARS-CoV-2 (como el microbiólogo David Relman, de la Universidad de Stanford; el epidemiólogo Marc Lipsitch, de la Universidad de Harvard; o la inmunóloga Akiko Iwasaki, de la Universidad de Yale) ven más que dudosa la calidad de la información con que trabajó el equipo de la OMS, pues fue suministrada directamente por China, muchos meses después del inicio de la pandemia. "La información, los datos y las muestras para la primera fase del estudio fueron recopilados y resumidos por la mitad china del equipo; el resto del equipo se basó en este análisis", resaltan.
Por otro lado, los firmantes critican la liviandad con que el organismo analizó la hipótesis del laboratorio y recuerdan que solo 4 de las 313 páginas del informe y sus anexos abordaban esa posibilidad. "Aunque no hubo hallazgos que respalden claramente un derrame natural o un accidente de laboratorio, el equipo evaluó un derrame zoonótico de un huésped intermedio como "muy probable" y un incidente de laboratorio como "extremadamente improbable", señalan.
Por todo ello los expertos demandan una investigación "transparente, objetiva, basada en datos, con amplia experiencia, sujeta a supervisión independiente y administrada de manera responsable para minimizar el impacto de los conflictos de intereses". Y añaden: "Los investigadores deben documentar la veracidad y procedencia de los datos a partir de los cuales se realizan los análisis y se extraen conclusiones, de modo que los análisis sean reproducibles por expertos independientes".
"Al comienzo de la pandemia, fueron los médicos, científicos, periodistas y ciudadanos chinos quienes compartieron con el mundo información crucial sobre la propagación del virus: a menudo a un gran costo personal. Deberíamos mostrar la misma determinación al promover un discurso desapasionado basado en la ciencia sobre este tema difícil pero importante", concluyen.