Santiago Alcarranza: “Israel está repitiendo hoy en Gaza la matanza de Srebrenica, justo ahora hace 30 años”
Cuando las tropas del general serbobosnio Ratko Mladic cometieron el genocidio contra los bosnios desde Srebrenica, en julio de 1995, las imágenes del horror y del fracaso internacional dieron la vuelta al mundo casi de inmediato.
Aunque las dimensiones exactas del crimen aún no se conocían en cifras, ya era evidente que Srebrenica marcaba el terrible clímax de la política serbia de limpieza étnica en Bosnia. Que allí se había cometido uno de los peores crímenes desde el Holocausto, no con pleno conocimiento de los representantes de la comunidad internacional, pero sí con su avisada tolerancia, en un momento en que el lema de la cultura europea de la memoria estaba claro: "¡Nunca más!".
Por otro lado, las pérdidas humanas de Rusia en su invasión a gran escala de Ucrania han alcanzado un nuevo hito devastador: más de un millón de soldados rusos muertos o heridos desde que comenzó la guerra hace 39 meses, según cifras publicadas este miércoles por Kiev. Vladimir Putin cometió un error estratégico fundamental al decidir cómo financiar esta guerra. En lugar de movilizar por la fuerza a su población, Putin optó por pagar a los rusos para que vayan a luchar.
El Kremlin mantiene dos ejércitos diferenciados: el de reclutas, compuesto por jóvenes obligados a servir por ley, y el de contratistas, formado por soldados profesionales que firman contratos voluntarios a cambio de altas sumas de dinero.
Cuando la guerra dejó de ser relámpago y se convirtió en una campaña de desgaste, la solución del Kremlin fue económica: subir cada vez más los pagos a los voluntarios. Algunos gobiernos regionales han llegado a ofrecer hasta 40.000 dólares y 3 millones de rublos como bonificación única. Este modelo de reclutamiento, sin embargo, es económicamente insostenible. "Pierden y reclutan entre 35.000 y 45.000 soldados al mes. A 40.000 dólares por cabeza, solo en bonificaciones, el coste diario de nuevos reclutas asciende a 24 millones de dólares, sin contar salarios, seguros ni compensaciones por bajas.