Los osos polares se cuentan entre los más afectados por la pérdida de masas de hielo del ártico, pero no son los únicos.
Los osos polares se cuentan entre los más afectados por la pérdida de masas de hielo del ártico, pero no son los únicos. El aumento de la temperatura causa estragos en todo el equilibrio del ecosistema, y toda la fauna polar se ve amenazada, por imperceptible que sea.
El deshielo está provocando que algunas morsas tengan que pasar largas temporadas en tierra. Esta disrupción aumenta considerablemente la distancia que tienen que recorrer y las calorías que tienen que gastar en alimentarse, lo que les provoca un estrés acumulado del que, a veces, es difícil salir.
El zorro ártico, presente en todas las regiones polares, es una especie dependiente de la tundra. Aunque su viabilidad no corre peligro, está estrechamente ligado a las poblaciones de roedores de los que se alimenta, como topillos y los lemmings, unos pequeños roedores endémicos de la tundra ártica, cuyas poblaciones fluctúan en función de las condiciones ambientales.