La «asfixia» de restaurantes y compradores deja la gamba roja en máximos de solo 160 euros el kilo en Dénia
No es una nueva tendencia. Lleva repitiéndose años. Pero en este, la moderación en los precios en una de las grandes estrellas gastronómicas como es la gamba roja se nota más debido a la «asfixia» que sufren restaurantes y compradores por la actual crisis de precios. Se produce así una paradoja: esta preciada especie no se ha visto afectada por la espiral inflacionista sino al contrario, se mantiene en máximos de 160 euros el kilo. Esta última cifra es similar a los últimos años e incluso es un poco engañosa porque tal precio sólo se paga por la gamba de máxima categoría y de esta hay muy poca: apenas se alcanzan los dos kilos diarios.
Según los datos de la Cofradía de Pescadores de Dénia el resto de las capturas -unos 25 kilos diarios- corresponden a gambas de menor categoría: la de segunda se está subastando en la lonja a 130 euros el kilo, la tercera a 84 y la cuarta no alcanza los 60 euros. Además, no hay demasiado marisco en los caladeros y los barcos realizan pocas capturas pero eso no ha provocado precisamente un alza de los precios «que no son muy altos porque además se nota que los restaurantes y compradores también andan asfixiados» debido a la carestía general de la cesta de la compra.
El patrón mayor, Juan Antonio Sepulcre, insiste en que en realidad el sector pesquero encara una crisis mucho más profunda que viene de antes de la inflación y de la guerra de Ucrania. «Hace algunos años, la Navidad te podía dar un colchón para resistir algo mejor los meses de enero o febrero pero hace tiempo que esto ya no es así». Y por si fuera poco, las barcas han de hacer frente a los recortes impuestos por la normativa europea a los días de faena, a los temporales que han provocado que durante las últimas semanas la flota de Dénia no pudiera salir a la mar en bastantes ocasiones y al precio disparado de los carburantes.
En otros años, Sepulcre había declarado que en realidad las antiguas bondades de la campaña de Navidad -en 2017 aún se alcanzaban precios de 200 euros el kilo- se habían trasladado al verano, donde hay una demanda más elevada y sobre todo más sostenida en el tiempo y con más días de buenas subastas debido a la afluencia de visitantes. Pero ahora la tensión inflacionista también se ha trasladado al periodo estival, cuya seguridad se está perdiendo por toda la incertidumbre que atenaza al sector.