Joserra González de Zárate: “Llevo 22 años como concejal y me siento muy orgulloso de la transformación de Benidorm”

Si tuviéramos que definirlo con una sola frase, le vendría bien esa de que “siempre da la cara”. Seguramente lo hace por varios motivos, el primero porque ya se la habrán partido tantas veces desde que está en política que se ha acostumbrado, el segundo porque hace años que tiene claro que eso va en el cargo y lo asume, y el tercero, el que yo considero principal, porque también hace ya años que dedujo que dar la cara es siempre más satisfactorio que esconderla, sobre todo a la larga. A José Ramón González de Zárate le conoce todo el mundo en Benidorm y comarca, es Joserra. Lleva demasiados años en política como para haberlo hecho mal, no habría durado tanto. Si suma casi un cuarto de siglo como concejal es porque se le podrán achacar mil cuitas, pero jamás se lo podrá decir que no trabaja, que no está al pie de calle, que huye de la gente como más de un político. Es el que suele poner las calles de Benidorm y el que está presente mientras las recogen. Es un mérito del que se han sabido dar cuenta todos los alcaldes para los que ha servido... y la oposición que le ha tenido que sufrir.

Hombre de partido, es leal ante todo a las personas que han confiado en él. Toni Pérez llega donde llega porque sabe que tras de sí deja lugartenientes que cubren el fuerte con garantías, de esos que no se mueven de la garita de control hasta que vuelve el comandante. Y eso se premia, si por premio consideramos ascender en este complejo escalafón de la política. Ese en el que pasas de concejal a diputado, primero provincial y después regional, y que no termino de tener claro si es un premio o un castigo, porque cuanto más alto se sube, más probabilidades se tienen de que sea más dura la caída. Y sino que se lo cuenten a muchos de cuyos nombres nos acordamos al escuchar estas palabras.

Hoy vuelve a la llamada de este medio de comunicación, como lo hace a cualquier otro que se lo pida. Lo dicho, no es esconde, y ojo, llueven chuzos de punta en alguna de las esquinas de su partido.