Fabricar en China es cada vez más caro y las empresas españolas reaccionan llevándose las fábricas a Vietnam, Marruecos… o España

Éste ha sido un auto-destructivo proceso para Occidente, cuyas consecuencias seguimos pagando a día de hoy, en Socioeconomías donde ha calado hondo el sentimiento anti-sistema. Este sentimiento con tintes ideológicos corre como la pólvora entre aquellos que perdieron su empleo, o aquellos que vieron degenerar su otrora acomodada posición económica. El auge de populistas y autócratas ha venido auspiciado por esa sensación de hondo descontento popular, y ha sido además potenciada con tóxica propaganda cuan glutamato de restaurante barato.

Pero ahora las tornas cambian, y la producción que antes se iba ávida de márgenes brutales, y buscando obtenerlos sin que nadie le ponga ninguna legislación delante de los balances, ahora vuelve despavorida, buscando desesperadamente un hueco en suelo nacional. Lo interesante ya no es la tendencia, que en algún momento tenía que revertir, sino que lo más importante son las razones, y a qué nos puede llevar de imponerse dicha tendencia incipiente como flujo masivo de “vuelta a casa”.

El arte de marear la perdiz o el largo camino que va desde la deslocalización hacia China, pasando por la deslocalización desde China hacia terceros países, hasta la relocalización de nuevo a Occidente

La guerra de comercial de Trump dió el pistoletazo de salida a una deslocalizacion desde China hacia terceros países, y entonces el trasvase pretendía eludir un pago de los aranceles impuestos a los chinos. Para ello buenos eran otros destinos asiáticos alternativos que ofrecían igualmente mano de obra barata, legislaciones medioambientales apenas existentes, y derechos laborales propios de un corto de Faenino y Cansado. Ya entonces, uno de los destinos favoritos del sudeste asiático era un Vietnam que sigue de moda hoy en día para absorber parte de la fabricación que va huyendo de China. Pero tras aquella tendencia, que si bien sigue su curso y de plena actualidad, hay que decir que el último “berrido” en el arte de marear la perdiz de la producción de un lado al otro del globo es ahora otro. La tendencia actual es radicalmente diferente a las vistas hasta el momento, de hecho supone el camino diametralmente opuesto al emprendido hace dos décadas, y ahora la relocalización de producción hacia los países desarrollados sí que es ya tendencia, y aunque no es todavía masiva ni predominante, sí que supone un giro de 180 grados, habiendo experimentado un significativo crecimiento en unos pocos trimestres.