El despertar de Shanghái: la ira ciudadana pone en jaque al Gobierno chino

Ni dos minutos. Ese es el tiempo que duran en redes sociales los vídeos que reflejan la desesperación de gran parte de la población en Shanghái. El Partido Comunista Chino trata de controlar la narrativa con la que defiende su política de “Covid cero”, en el que está siendo el confinamiento más discutido que ha aplicado a su población desde el inicio de la pandemia.

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Sin embargo, su censura hace aguas y cada vez están saliendo a la luz más vídeos de la ardua realidad que se está viviendo en el centro financiero del gigante asiático. Alrededor de 25 millones de personas no pueden salir de sus casas desde hace casi tres semanas. Hay escasez de alimentos y, aunque se perciben pequeños atisbos de relajación, se han estado aplicando medidas draconianas, como separar a hijos (bebés) y padres contagiados, o la última: desahucios obligados en un distrito de Shanghái. Las imágenes hablan por sí solas.

“Somos la Comunidad Internacional Naxi de Pudong, Area Nueva de Zhangjiang. Nuestra comunidad tiene 500 residentes. En marzo, se requisaron sin previo aviso cinco edificios como centros de cuarentena. Hace tres días, nos avisaron de que debíamos abandonar nuestras casas temporalmente esa noche. Han requisado 14 edificios para usarlos como puntos de aislamiento. No han tenido en cuenta la seguridad de nuestros 500 residentes. Hoy (por el jueves), un gran número de oficiales de policía han tratado de entrar por la fuerza, han detenido a ancianos y han golpeado a gente por la fuerza. Pedimos a todos los líderes que nos ayuden”.

Esta es la versión de los residentes. Algunas fuentes apuntan a que este complejo de apartamentos es estatal y otras que son propiedad de particulares, “aunque muchas están vacías”. Las protestas que se han producido en esta zona de Zhangjiang evidencian que muchos de sus habitantes están sufriendo las consecuencias y serán trasladados a otros puntos de confinamiento menos convenientes. Los encargados de desahuciarlos son policías que llevan uniformes blancos de protección contra el Covid-19.

Aparecen en casi todos los vídeos que muestran algún tipo de brutalidad, como el sacrificio a perros en plena calle. Se están ganando a pulso su fama y varios internautas chinos se refieren a ellos como “Great White” (gran tiburón blanco). La gente está cansada y las protestas son cada vez más numerosas. Algunos hablan de revolución, otros, en cambio, lo dejan en revuelta. Lo que parece claro es que el término con el que se describa esta escalada de ira social no importa tanto como el sentimiento en sí. 

“No pienses que Shanghái está lejos, no pienses que el nivel de gestión en Shanghái es bajo. En un gran país unificado, bajo el mismo sistema, todo lo que ocurre en Shanghái llegará tarde o temprano a todos los habitantes del país. Puedes elegir callar, también puedes mirar, pero cuando un día te encuentres en medio, nadie escuchará tus gritos de auxilio”, afirma Lily Valley, una usuaria de Twitter china que está narrando a través de su cuenta lo que sucede en su país durante el confinamiento.

El nuevo reto de Xi-Jinping

Es precisamente ese sentimiento el que puede extenderse a lo largo y ancho de China a una velocidad igual o mayor que el virus. Y así, el presidente chino, Xi Jinping, se enfrenta a un nuevo reto: sofocar la ira antes de que se extienda y aumente la crisis de confianza en el Partido Comunista. La vía de la censura y la negación es la más usada por el Ejecutivo y una de las acciones que más rabia están causando es la eliminación de informes sobre suicidios vinculados al confinamiento. Ni dos minutos duran publicados.