Carmen Almarcha y la Librería Contalles, forman parte de “Los Misterios de la Incertidumbre”

No era mi primera aproximación al mundo de los libros, pero sí lo fue en una época en la que mi vida iba cambiando de manera vertiginosa casi sin darme cuenta. Pasados unos cuantos años, me he dado cuenta de que la velocidad infringida en esa metamorfosis fue meteórica a la vez que maravillosa. Si tuviera que elegir, consciente de que el tiempo es el único juez insobornable, la decisión es firme: quiero que el tiempo transcurra entre libros y literatura.

Descubrí la librería Contalles como se descubren las cosas interesantes de verdad, por casualidad. Lo que se fuerza no se descubre, ni se vive de igual manera, ni te motiva por mucho tiempo. Entrado ya en la segunda parte del partido que es la vida y superados los sueños grandilocuentes que sólo a la frustración conducen, la literatura ha pasado de ser una magnífica distracción, el mejor y más sincero viaje que se pueda realizar, a una pasión de vida de la que no me puedo ni quiero separar.

Acudir a las presentaciones de libros que allí se realizan cada pocos días, y disfrutar en silencio, observando las caras de satisfacción de quienes allí se reúnen, al abrigo de todo tipo de historias que se refugian en la mente del escritor para dar el salto a las páginas de un libro, me hizo profundizar en la importancia de las pequeñas cosas. La trascendencia de lo sencillo tiene mejor sabor que la agridulce pesadilla de lo inalcanzable.

Y claro, cuando por fin mi mente consiguió descorchar el tarro de las esencias y posicionar una poderosa idea que enlazara una trayectoria vital, para conseguir con ello encauzar las 630 páginas de “Los Misterios de la Incertidumbre”, supe que algo le debía a Contalles y quise que allí fuera donde se produjera mi primera vez. Manquel me lo puso todo muy fácil y sólo una madrina, que también pululaba por mis veteranas reflexiones, me hacía falta para conseguir que el dulce pastel contara en la cima con su mejor guinda.

Carmen Almarcha, un personaje de cuento de hadas, surrealista y vanguardista a partes iguales, era otra de esas personas que me ayudó, cuando más lo necesitaba, a entender, sin ella saberlo, que la literatura, la escritura, la escucha y los cuentos, eran la mejor medicina para sanar el espíritu de penumbra que me había perseguido durante demasiado tiempo. El mundo valía la pena, sólo había que encauzar el rumbo y encontrar el camino correcto. Así lo hice.

Se construyó el libro “Los Misterios de la Incertidumbre” dejando libre el perturbado cerebro del novel escritor, permitiendo que se renovaran los sentimientos y despejaran las dudas. Carmen le dio un fuerte impulso con sus análisis, corroborado por otros buenos amigos a los que siempre pedí sinceridad. Manquel se mostró encantada y Contalles vio como allí se explicaban, delante de un grupo de amigos, algunos de los misterios que condujeron, siempre a través de la incertidumbre, a construir esta novela que está siendo la joya de la corona de esa felicidad que se posiciona por encima de ningún otro avatar.

Objetivo conseguido, todo queda a un lado cuando el espíritu vuela feliz con alas libres sin ataduras, sólo superadas con la experiencia, el aprendizaje y algo de sabiduría. Sin agua no se podría desarrollar la vida y sin felicidad, aunque sólo sea transitoria, imposible conocer todas tus posibilidades.