Tamames y España, el dedo y la luna
Por Alfonso Merlos, Presidente del Grupo "El Mundo Financiero"
Reza el viejo proverbio oriental que “cuando el sabio señala la Luna, el necio mira el dedo”. Su enseñanza es muy sencilla: con frecuencia, y hasta en los momentos decisivos, olvidamos lo principal para atender lo secundario, desterramos lo categórico para enredarnos en lo puramente anecdótico. No. No es necesario ser un sabio -simplemente un español con los pies en el suelo, sufridor- para, tras colegir el catastrófico estado general de cosas en el que el gobierno socialcomunista ha sumido a España, proponer una necesaria moción de censura, una rabiosa y fundada enmienda a la totalidad de las actuaciones que vienen perpetrándose por sistema desde las alturas. Y no. No es necesario ser un necio para sacar las uñas, revolverse como gato panza arriba y amparar incluso la posición de Sánchez y su nefasta tropa de aficionados, desacreditando y desprestigiando en paralelo (¡a buenas horas!) a Tamames: ‘el candidato de Vox’.
Por desgracia, y más allá de la pertinencia o no de la jugada parlamentaria planteada por el partido de Abascal, hay aún un stablishment en nuestro país que cree en el turnismo, en la alternancia, en la inevitabilidad y (peor aún) hasta en la necesidad de que caiga el PSOE para que tome el relevo el PP o de que salga del poder éste para que lo recupere con prontitud el primero. Sin que nada apenas ocurra. Bueno, sí: ocurriendo que esta dinámica viciosa ha arrastrado a nuestro país, de legislatura en legislatura y especialmente desde el año 2004, a la ruina y la irrelevancia.
Podría resultar sorprendente, pero es más bien grotesco y ridículo que todos los esfuerzos que un intelectual independiente va a poner en exponer públicamente (como mínimo ante toda Europa) el pliego de cargos contra el ejecutivo más negro de la Historia de España, los estén duplicando y triplicando las terminales mediáticas que responden invariablemente al toque de silbato de Génova para intentar zarandear y descuartizar a Tamames, blanqueando al tiempo la imagen del inquilino de Moncloa frente a las maniobras de la ‘ultraderecha’.
El cainismo explica las actitudes hostiles y hasta revanchistas hacia los propios compañeros o amigos o compatriotas o correligionarios. Y esta escalada de ruido y furia orquestada torpemente para intempestiva y absurda gloria de Feijóo tiene su única causa, precisamente y una vez más, en una guerra intestina, PP-VOX, cuyos principales ganadores son quienes la contemplan, indemnes, desde el palco que abonan los ninguneados y sufridos ciudadanos españoles.