El PSOE se pone a rezar
José Alejandro Vara
Es tal el batacazo que se presiente, tal el castigo que se palpa, tal la magnitud del bofetón, que la grey socialista se ha entregado a la oración. En la tierra de María Santísima, la militancia del PSOE de las mariscadas, el saqueo y las trampas se vuelca estos días en las procesiones y ora con fervor a la imagen de su devoción en súplica de un apoyo imposible. Es decir, de un milagro. "Nos van a moler, a triturar", confiesan en estas jornadas de contrición los cofrades de rojo, aterrados en vísperas del suplicio.
Las elecciones andaluzas se adelantarán previsiblemente a junio y, para entonces, la polvareda de Le Pen ya habrá pasado. Macron será de nuevo presidente y la bulla de La Moncloa con la cantinela de la ultraderecha se habrá eclipsado. Poco vuelo cobró esta vez, nadie se cree ya esa monserga, nadie se traga semejante trola. Las cacatúas de Lastra han fracasado. Lo intentaron sin convicción y tan sólo redondearon el ridículo. El alza de los precios arrasa con todo el tenderete ideológico del Gobierno, tan desportillado. Bien lo saben en Andalucía, donde la izquierda ha de combatir sin más armas que su demagógica torpeza la gestión de un Gobierno eficaz y un presidente respetado. Nada se puede contra el recibo de la luz, del gas, del combustible, de la cesta de la compra, del alquiler, argumentan los futuros candidatos del PSOE, que ya han tirado la toalla, como un púgil derrotado antes de subir al cuadrilátero.
"Si Vox es Le Pen y el PP pacta con Vox, el PP es Le Pen", vienen a resumirse las premisas del silogismo que airea a lo tonto la maquinaria mediática del sanchismo. Señalan como ejemplo el Gobierno de Castilla y León donde dos partidos democráticos han alcanzado un acuerdo bajo el amparo de la Constitución y el voto ciudadano. Sabe el PSOE que mientras gobierne en asociación con la banda trapera bolchegolpista eso no cuela. Les funcionó antaño, cuando la foto de Colón, ya sepia y añeja. Una letanía que no vende. Una patraña oxidada. Embustes absurdos frente a las urgencias del puchero, cada vez más difícil de colmar. España es otra. Desesperada entre la quiebra y la ruina. La inflación todo lo devora, la tasa de paro duplica a la europea y triplica la del G7, los impuestos saquean empresas y familias y la única medida que el Gobierno acierta a ejecutar es la generosa limosna de quince céntimos para gasolina. Un mal chiste en una noche de resaca.
No ocultan los socialistas del sur su malestar ante el cúmulo de desastres que enjaretan los prohombres del sanchismo. Todas las iniciativas que lanza Sánchez retornan salvajes a sus cabezas como un boomerang cabreado. La racha reciente es un catálogo de despropósitos. Avasallado y humillado por Mohamed en polémica visita a Rabat, con la entrega del Sáhara como telón de fondo. La indigesta prepotencia ante Alberto Núñez Feijóo, un tipo tranquilo que provoca menos rechazo a los socialistas de bien que el secuestrador Otegi, 'hombre de paz'. La torpeza diplomática con Argelia, que ha optado por Italia como pareja de baile en el suministro del gas. Y así.
El último refugio del PSOE era la crisis interna del PP, tan cruel y cainita. La llegada del líder gallego ha actuado como bálsamo en los despachos de Génova, amén de como un acicate en las encuestas. Todos los sondeos suben por la derecha. Tanto populares como Vox alzan el vuelo y escalan hasta cifras impensables hace apenas unas semanas. El escenario andaluz es sensible a esta mutación. Los 26 escaños que tenía el PP ascienden ya a cerca de los 45 y los 12 de Vox se sitúan por encima de los 20. La izquierda morada se desinfla y el candidato Espadas sucumbe ante su destino de derrota. El PSOE andaluz se ha puesto a rezar. Y a temblar. En apenas dos meses, también a llorar. En el aire, ni rastro de Le Pen. Flotarán aún las pavesas de Anne Hidalgo y del socialismo francés, puro escombro.
El futuro de Sánchez se solventará en el supermayo del año próximo. Las autonómicas y municipales del 23 serán su puntilla. Si es que antes no le dio por convocar generales. Que sería adelantar la fecha propia extinción.