Pero volviendo a CaixaBank, el banco es tan grande, con presencia en toda España, incluidos 420 municipios en los que es la única entidad financiera que opera, que puede permitirse el lujo de marcar la senda para el resto del sector en el mercado doméstico, e incluso, de corregir o puntualizar al Gobierno, al que tiene sentado en su consejo -con el 16% de su capital-, pero siempre sin alzar la voz, con mensajes sibilinos y muy estudiados. Su principal accionista, La Caixa, también manda mucho, incluso en el accionariado de un abanico destacado de empresas. Pero, bueno, esa es otra historia.
La fusión de CaixaBank con Bankia ha sido ejemplar. Casi sin ruido. Muy al contrario que la de Unicaja con Liberbank, en la que no se sabe quién es el que manda
Lo cierto es que CaixaBank ha logrado unos resultados en 2021 que piensa superar este año en el que el banco va a “sacar chispas”, de la fusión, según José Ignacio Goirigolzarri. El objetivo es convertirse en uno de los bancos que más beneficios destinen a remunerar al accionista, hasta el 60%. Además, llevará a cabo una recompra de acciones, que puede estar entre 1.500 a 2.000 millones de euros, según cálculos de los analistas. Todo un guiño a sus accionistas, 663.000. Pero entre los que destacan dos: La Fundación La Caixa, con el 30% de su capital, que se nutre sobre todo del dividendo del banco para llenar la hucha para realizar su obra social; y el Estado a través del FROB. Es de imaginar, que ambos no pondrán ninguna pega a subir el pay-out para pagar dividendos. Otra cosa es que el Estado apruebe una subida de las remuneraciones del consejo, sobre todo de su presidente.