Maruja Sánchez, la mujer que cambió el rumbo de la política en Benidorm, fallecía ayer a los 81 años.
En 1991, Benidorm ya era una potencia turística. En la década de los años 60, y con el alcalde Pedro Zaragoza, el municipio se convirtió en un referente para el turismo. Hoy tiene 70.280 personas censadas y es un feudo políticamente muy suculento.
Benidorm fue bastión socialista durante años. Aunque el primer alcalde democrático fue José Such (UCD), los socialistas llegaron al poder en 1983 y no lo dejaron hasta 1991, con Manuel Catalán Chana al frente. Fue entonces cuando un joven Eduardo Zaplana irrumpió en la vida política para hacerse con la Alcaldía a través de una moción de censura con el apoyo de una tránsfuga.
La persona clave en aquel proceso fue Maruja Sánchez Trujillo, una profesora de baile rescatada para la política por Catalán Chana para las municipales de 1991. Fue su mayor error político. Pocos meses después y tras permanecer desaparecida durante una semana, Maruja Sánchez reapareció para firmar una moción de censura contra el alcalde. A partir de entonces es conocida como la tránsfuga que dio la Alcaldía a Zaplana. Ahí comenzó la carrera política de éste, que llegó a presidente de la Generalitat Valenciana y, posteriormente, a ministro y portavoz del PP en el Congreso de los Diputados.
La división entre las familias del PSPV en Benidorm contribuyó a afianzar la hegemonía del PP, a pesar de que la historia de este partido también estuvo marcada por las disputas internas. Zaplana sirvió en bandeja la Alcaldía a su sustituto, Vicente Pérez Devesa, quien ostentó la vara de mando desde 1994 hasta su muerte en 2006. Éste fue relevado por Manuel Pérez Fenoll, quien en las elecciones locales de 2007 logró una nueva mayoría absoluta para el PP.