El primer paso a la república sanchista-bolivariana
o hay que llamarse engaño por las explicaciones que algunos de sus creadores exhiben con la impudicia con la que suele manejarse la izquierda española de unas décadas a esta parte: la Ley de Memoria Democrática no pretende reparar nada, no va a solucionar nada y, por supuesto, tampoco es una exigencia de una sociedad que, excepto en sus elementos más sectarios y fanatizados, había superado el franquismo hace como mínimo 40 años.
Se trata, lo ha admitido este jueves Yolanda Díaz, de "reescribir la historia", y esa es una tarea que sólo emprenden los totalitarios y que sólo tiene un propósito: controlar el pasado para imponer un presente y un futuro.
De hecho, si alguien podía albergar alguna duda de la falta de respeto por la historia de estos supuestos defensores de la memoria ahí está el grotesco espectáculo protagonizado por podemitas, bildutarras y separatistas cuando el diputado de Vox José Contreras les ha dado, precisamente, una auténtica lección de historia.
Cualquier intento de reescribir la historia debe levantar las alertas democráticas, pero si además llega de la mano de partidos como Podemos y ERC y de bandas como Bildu directamente se impone luchar contra una norma que no puede ser más que totalitaria.
Y ese es el caso ante el que nos encontramos ya que la pretensión de todos aquellos que han pergeñado y apoyado esta norma es clara: deslegitimar la democracia que los españoles nos dimos hace ya 45 años –en un proceso ejemplar que ha despertado admiración en todo el mundo– y, a partir de ese desprestigio del régimen actual avanzar hacia una república de evidentes tintes bolivarianos y, en algunos casos, hacia la disolución de la Nación.
Sería en cualquier caso un proceso ilegítimo porque se está haciendo por la puerta de atrás y ocultándoselo al pueblo y negándole la posibilidad de tomar decisiones al respecto, pero es que, además, si terrible es la forma aún peor es el fondo: como no puede ser de otra forma ni los Bildutarras, ni los golpistas, ni los comunistas y ni mucho menos el propio Sánchez aspiran a otra cosa que una caricatura de democracia en la que puedan gobernar sin ningún freno a su poder.
En definitiva: este jueves Sánchez y sus socios totalitarios han dado el primer paso para instaurar una república sanchista-bolivariana y conviene que la sociedad y la oposición no olviden que, por muy de capa caída que estén en las encuestas, todavía cuentan con una mayoría parlamentaria para hacerlo.