Vicente Ibáñez: “Stonehenge es un templo solar, con cinco fases, un significado claro y sin que nada se dejase al azar”
En un principio, hacia el año 3000aC, Stonehenge era un terreno llano de forma circular en la llanura de Salisbury en cuyo límite se había excavado una trinchera y la tierra resultante se había amontonado en el interior del recinto formando un talud. Como se trataba de un terreno calcáreo muy compacto, desde lejos debería aparecer a quien lo mirase con un color blanco reluciente que hoy en día ha desaparecido, ya que está cubierto de césped. En ese momento la entrada principal del recinto venía marcaba por el eje principal del monumento que estaba alineado con el solsticio de verano. Después, durante 400 años, en él se levantaron grandes postes de madera en distintas posiciones que finalmente, hacia el año 2600 aC, se sustituyeron por un círculo de piedras de gran tamaño. Este círculo estaba formado por 30 enormes dinteles ligeramente curvos de piedras Sarsens de color gris, levantados a 4 metros de altura, que se apoyaban en otras tantas jambas del mismo material. En el interior de este círculo se construyó otro de 60 Piedras Azules, y a su vez, dentro de él se levantó la Herradura formada por cinco grandes trilitos de piedras de características similares. Todas estas piedras se trajeron desde Marlborough Downs, a 30 km al norte del monumento, y algunas llegaban a pesar hasta 40 toneladas. En el centro de la herradura, rodeada de 19 piedras azules de carácter volcánico que se trajeron desde las colinas Preseli en el oeste de Gales, a más de 240 km de distancia y con un peso estimado de entre 3 y 5 toneladas, se instaló la denominada Piedra del Altar.