“Se Acabó la Fiesta” es lo que tiene que pasar

Leopoldo Bernabeu

Los españoles de última generación se han acostumbrado, en exceso y quizás no siendo culpables del todo, a que se lo den todo hecho. Bien mascadito al menos. Hemos pasado en muy poco tiempo, de ser una nación envidiada por su trayectoria y esfuerzo continuo a lo largo de los últimos siglos, a otra apesebrada y llena de estómagos agradecidos que ven en eso del esfuerzo que nos recuerda Juan Roig, una quimera. Mucho más cómodo resulta que te den una paguita por no se que motivo, ya inventaremos alguno, o una subvención, por no se cual otro. Da igual, la clave es que sumando unos chollos y otros, hemos generado una generación amansada y encantada de haberse conocido, que no plantea lucha social alguna y que no entiende, o prefiere taparse ojos y oídos ante la degeneración salvaje de quienes nos mal gobiernan, y que contribuyen silenciosamente a una deriva de la que se tardan varias décadas en salir. Esos de ahí arriba están muy convencidos de que la trayectoria correcta es la repetición del cuento comunista de primeros del siglo pasado, sin conocer, resulta obvio, las consecuencias del mismo. Dame pan y dime tonto, podría ser, sin complejos, el título de esta reflexión. Venezolanos, cubanos y muchos otros países del planeta, nos lo pueden explicar con todo lujo de detalles.

Conocer por tanto a alguien como Alvise Pérez, tan odiado por esa casta privilegiada que ve peligrar su modus vivendi, gracias a estos pocos valientes que entregan su juventud de una manera tan honorable en defensa del colectivo, es un auténtico privilegio. Al menos para quienes seguimos teniendo una leve llama de esperanza, cada vez menos visible y cautiva, a la que nos aferramos para que este país, que se ufana en gritar sus propias miserias buscando en el de al lado que le salve, pero que cuando tiene la oportunidad de defenderse asimismo, prefiere quedarse en el sofá de casa al socaire de a ese poder mediático perfectamente engrasado con nuestro propio dinero, dejando que germinen y crezcan esas bien sembradas dudas que ya se encargan de introducirnos para que no nos sumemos a cualquier incipiente proyecto valiente de cambio. Lo han conseguido, no se sabe muy bien porqué, pero nos teledirigen hablando mucho, diciendo poco, engañando siempre y viviendo a cuerpo de rey gracias al esfuerzo colectivo de los demás. Sólo la educación nos puede sacar de ese abismo, de ahí que no quieran que estudiemos siquiera en nuestro propio idioma. Cuanto mayor sea la confusión, más cerca estará su éxito, nuestra derrota.

Lo primero que me llama la atención es la juventud de Alvise Pérez. Con apenas 35 años son ya quince de lucha, seis desde que inició su batalla en solitario, después de pasar por dos prometedores proyectos, UPyD y Ciudadanos, a la postre también fallidos. Tenían los mismos defectos de fábrica que los demás, me dice. Ha hipotecado su tiempo y lo sabe. Es un perseguido por la política, los medios de comunicación y parte de una justicia mal entendida. ¿Su delito?, empeñarse en abrir los ojos a los españoles, demostrando cada día que la corrupción campa a sus anchas por todos lados, prensa incluida. Fundamentalmente en la administración pública, donde durante toda la democracia, el intercambio de comisiones por adjudicaciones, se ha llegado a convertir en algo tan natural como tomar café antes de ir al trabajo.

Un legado de corrupción que ha calado hasta el tuétano, donde no existe adjudicación pública que no esté previamente trufada de ese olor a cheque en blanco que tanto daño y tanto estupor causa en una ciudadanía hastiada, que ve como todo lo público florece, trabajando lo justo y afianzando, nunca he sabido porqué, puestos de trabajo fijos de por vida, mientras en lo privado el sueldo es el que es y la subida de impuestos resulta tan asfixiante que, demasiadas veces, termina por conducir hacia la boca del lobo a quienes han tenido en la rectitud su modus operandi toda la vida. Un auténtico caos que ha sido mejorado con este gobierno de Pedro Sánchez, el que venía a sacar la corrupción de las esferas de poder y lo ha aupado al primer escalón del pódium.

Pasó Alvise de estar trabajando en los despachos de la política a saltar al ruedo de Las Ventas para intentar cambiarla. Complicada batalla. Son pocos los que quieren entender, a través de un práctico ejemplo que todo lo clarifica, que los jugadores del Barça y el Madrid nunca se van a llevar mal, sólo las aficiones. Y cuando alguien intenta llegar a lo más alto, se unen para hacerle la vida imposible. Estaba incómodo viendo lo que veía, y sabiendo que su madre, deslomada de sol a sol de lunes a domingo, ganaba diez veces menos que todos esos que pululaban, con los pies subidos a la mesa y viendo el móvil, a su alrededor. Tiene la grandísima suerte de que su entorno más cercano, el que más padece todo lo que le hacen y le dicen, le apoya. Es imprescindible para tener estabilidad donde más se necesita. Sus objetivos eran y siguen siendo los mismos, desenmascarar la basura política que aboca al país al vertedero, son los años quienes los han modernizado. Se ha dado cuenta Alvise que para llegar arriba y poder cambiar de verdad las cosas, hay que ser un verdadero y recalcitrante hijo de la gran puta. Lo sabe y lo dice, abiertamente. Los demás lo agradecemos. Sin ideología ninguna, no va esto de derechas o de izquierdas, sino de libertad y de España. De ahí que diera el paso y acertara, casi sin saberlo, al crear “Se Acabó la Fiesta”, un nombre nacido de las zancadillas que le han ido poniendo con el esto de intentos, y que le ha aupado a una primaria e inesperada gloria, alcanzando los 800.000 votos en las elecciones europeas del año pasado. Unos resultados puestos en duda por la misma mafia que le persigue y que tiene mucho que ver en esa más que posible manipulación de los resultados electorales que le dieron la victoria a Pedro Sánchez en Julio de 2023, dejándonos ojipláticos a todos los españoles.

Una mafia que, después de obtener tres eurodiputados y convertirse de lleno en un problema para las élites corruptas que campan a sus anchas por Europa, siguió con sus reptil persecución y carcomió sus entrañas, seduciendo a esos dos vividores, convertidos en ladrones de voluntades, que le acompañaban en su propia lista electoral, dos don nadie que desde entonces viven a cuerpo de rey sin que simpatizante alguno les haya votado ni conocido nunca. Tengo mucha experiencia en lo que digo después de haberlo vivido en carne propia. “Se Acabó la Fiesta” es la suerte convertida en perfección, y si existe no es porque Alvise tenga interés en llegar a ser algún día presidente de nada, sino por la ineficacia de una oposición muy parecida al gobierno. Es bueno no olvidar que todos beben de la misma fuente, todos llevan varias décadas a la sombra de la política y ninguno ha rechazado las suculentas viandas que se reciben simplemente por salir elegido, como si a alguno de nosotros nos dieran un premio por el hecho de haber sido contratados. Los medios de comunicación le tienen miedo, y esa es su propia tumba. Los periodistas no somos jueces, estamos para escuchar a todo el mundo, es nuestro “leif motiv”. Si dependes de la financiación pública, pierdes tu independencia y lo que haces de ja de llamarse periodismo. Alvise avisa de que se acabó el chollo y yo estoy conforme, así se lo he dicho en abierto. A nadie le regalan nada, no tiene porque ser diferente para los medios. Todos tenemos que salir a ganarnos nuestro pan, y si no sabemos hacerlo, a dedicarse a otra cosa.