Sale a la luz el volantazo de Boris Johnson sobre la Superliga que indigna en Reino Unido
En la trayectoria de Boris Johnson destacan varias características que le definen, pero una de esas sobresale: la capacidad para sobrevivir en política y traducir las circunstancias en oportunidades para granjearse apoyos populares. Desde que se postulara para la alcaldía de Londres -cargo que ocupó de 2008 a 2016- y hasta que asumió las riendas del Brexit, el primer ministro británico ha exhibido una habilidad extraordinaria para navegar, sin hundirse, en todo tipo de marejadas. Con la gestión del coronavirus como su principal escollo.
En estas semanas de frenesí futbolístico, este periodista nacido en Nueva York (Estados Unidos) ha sabido catapultarse en la opinión pública del Reino Unido gracias a su protagonismo en la batalla contra la Superliga europea y en favor de la Premier League, una de las joyas emocionales de la población isleña. De sobra conocido ha resultado su trabajo para convencer a los seis clubes implicados en la revolucionaria competición -Arsenal, Chelsea, Liverpool, Tottenham, Manchester United y Manchester City- de la obligada vuelta al redil.
Una llamada suya sedujo, de inmediato, a los directivos de esas entidades deportivas. Les amenazó con usar la desconexión con la Unión Europea para torpedear las contrataciones de futbolistas extranjeros y aplicar la legislación con el fin de penalizar la rebeldía. Esa maniobra, la presión social de los miles de aficionados que se pronunciaron en las calles y redes sociales, y el enfrentamiento frontal con la UEFA acabarían por deshacer el proyecto impulsado por Florentino Pérez y Andrea Agnelli. En 48 horas.
Pero en una historia de dimensión tan trascendental como es el caso, en la resaca del huracán suelen ir desempolvándose los entresijos que ayudan a comprender lo sucedido. Y en este apartado informativo ha visto la luz una conversación que ha venido a socavar la inmaculada y patriótica imagen que Johnson había logrado construirse. Como adalid y defensor de las arraigadas tradiciones británicas que se aglutinan con el fútbol doméstico.
El diario 'The Times' ha sido el encargado de publicar la reunión que el primer ministro mantuvo con Ed Woodward, vicepresidente ejecutivo del United, diez días antes del anuncio de la creación de la Superliga. En esa charla, según se ha filtrado, el 'premier' le aseguró al dirigente de los 'Red Devils' que contaba con el apoyo de su Gobierno en el impulso del torneo de nuevo cuño. Así las cosas, la contradicción con la postura verbalizada por el mandatario conservador desde que se presentó la competición ha incendiado con polémica el devenir político nacional.
Tan lejos ha arribado la dimensión de esta suerte de doble cara de Johnson que, según el diario 'The Guardian', la oposición le va a exigir que rinda cuentas ante el Parlamento. Esa conversación con Woodward -que va a dimitir como gestor del club de Old Trafford en junio- ha lanzado a los laboristas. Una de sus cabezas visibles, Jo Stevens, ha indicado esto: "De nuevo, la integridad de Boris Johnson está en duda. El pueblo tiene derecho a saber qué le fue prometido al Manchester United por los responsables y por el primer ministro. Si Johnson apoyó a la Superliga y luego dio la espalda al plan, entonces el pueblo británico merece una completa, clara e inmediata explicación. Y una disculpa".
Va a ser escrutado para esclarecer de qué hablaron, por qué se reunió con el gerente del United, quién más compartió esa cita con ellos y si Johnson o alguno de sus compañeros en el Ejecutivo se han visto con alguno de los equipos cuestionados. Downing Street se ha limitado a comunicar que de ningún modo les consta que el dirigente hubiera programado una reunión con Woodward. Más bien, añaden, se cruzaron en un pasillo de forma casual.
En el entretiempo, el flujo de reacciones al eclipse de la Superliga no afloja. El diario 'Daily Mail' ha destapado que los clubes ingleses ofrecieron a los líderes del discutido torneo continental algunas condiciones para seguir en el proyecto. Sobre la mesa se propusieron medidas como ampliar el número de invitaciones de cinco a nueve, con el objeto de aportar una pátina de meritocracia a la competición. Real Madrid, Juventus, Barcelona, Atlético, Milan e Inter se negaron. Y, asimismo, se ha publicado que el grupo de Whatsapp entre los equipos y la empresa que gestiona la comunicación de la Superliga (iNHouse) se ha congelado. No se ha dicho una palabra desde que el City y el Chelsea oficializaran su fuga del barco.
Por otro lado, la herida abierta en el seno del calcio ha cristalizado: la Federación Italiana de Fútbol (FIGC) ha aprobado una normativa contundente contra los conjuntos que participen en el evento recién creado. "Los que siguen (en la Superliga) serán castigados (...) Para inscribirse a la liga, el club se compromete a no participar en competiciones organizadas por asociaciones privadas y no reconocidas por FIFA, UEFA y FIGC. Esa participación conllevaría la decadencia de la afiliación", se afirma. Su Consejo Federal dio el visto bueno y Juve y los gigantes de Milán ya saben que si prosiguen en el grupo de los 12 clubes fundadores no podrán competir en la Serie A ni en la Coppa.
"Los que siguen allí serán castigados, también con la exclusión de las competiciones internacionales. Con Ceferin estuvimos de acuerdo desde el principio y me impactó su manera de involucrar a las fuerzas políticas", se ha sentenciado desde la federación, mientras que se ha conocido que Aleksandr Ceferin -presidente de la UEFA- ha comido con Joan Laporta y Gerard Piqué. La emisora radial 'RAC-1' ha especificado que el motivo del encuentro giró en torno al reparto de los derechos televisivos.
Cabe recordar que Ceferin ha dicho del grupeto de entidades rebeldes -entre las que figura el Barça- que están regidos por presidentes que "creen que la Tierra es plana y piensan que la Superliga todavía existe". Y que no está para bromas. Tras deslizar en repetidas ocasiones la veracidad de la posibilidad de expulsar de la Liga de Campeones a aquellos que han desafiado a la UEFA, el abogado esloveno se ha dirigido a los jugadores de este modo: "Siempre puede haber menos partidos, pero también los sueldos de los entrenadores y los jugadores tienen que adaptarse. No se puede generar menos y ganar más todo el tiempo". Así ha respondido a las quejas por el hacinamiento de partidos que va a empeorar si se implanta la nueva Champions -que aumentará el número de partidos, ya que se pasará de 32 a 36 equipos participantes-.