Pepe Pérez Sirvent: “Ahorrar dinero y sentir dolor por gastarlo, son cosas muy diferentes”
Ahorrar dinero es un hábito imprescindible y totalmente saludable, particularmente en un contexto donde las pensiones públicas del futuro prometen ser cada vez menores. Pero todo en exceso puede ser perjudicial, y en el caso del ahorro no es una excepción. Algunas personas nacen ahorradoras, mientras que otras personas desarrollan este hábito con el paso del tiempo, como por ejemplo después de ver a sus padres, familiares o amigos pasar por una situación económica dramática como la acontecida en la última recesión económica de los años 2008 y 2009. Sin embargo, existe una diferencia sustancial entre querer ahorrar dinero y sentir dolor por gastarlo, lo que coloquialmente conocemos como “ser tacaño” que también refleja el miedo a sufrir problemas graves financieros.
En algunos casos extremos, ser tacaño se traduce en que las personas descuidan su salud y evitan pagar por lo que necesitan, como alimentos o medicinas. La frugalidad consiste en disfrutar del gasto de manera conservadora, pero los tacaños ahorran dinero porque son incapaces de gastarlo, no porque lo decidan consciente y libremente. Una encuesta llevada a cabo a principios de este año nos dice que casi la mitad de los trabajadores están “preocupados, ansiosos o temerosos por su actual bienestar financiero”. Y el alto coste de la vida dificulta el ahorro para millones de personas.