¿Mussolini y Goebbels eran de derechas?
Leopoldo Bernabeu
Intentando entender durante toda la semana a esos cientos de personas que son capaces de seguir aplaudiendo en un mitin de Pedro Sánchez o María Jesús Montero, he tardado más de la cuenta en sentarme delante de las teclas para poder descargar, por salud mental, el maremágnum de sinsentidos que llevan días rondándome. Lo hago por desahogo, pero sigo sin entenderlo. Uno puede ser muy malo o muy torpe, principal diferencia entre Sánchez y Zapatero, pero si nadie les sigue el juego, su maldad y su torpeza no tendrán mayor recorrido.
Ver ese espectáculo daña mi vista, pero es lo que me hace entender el porqué de los muchos desastres, guerras, absurdos, sinrazones, disparates, incongruencias, irracionalidades, desatinos e incoherencias, que nos ha proporcionado la historia a lo largo de los siglos y que vienen recogidos en decenas de libros de historia. El gran dilema es la falta de interés por estudiarlos y aprenderlos para no repetirlos. Es tan cierto que cada día vivimos mejor, como omisa es la preocupación por nuestro futuro.
Me mantiene sumamente intrigado ese descarado interés y su consolidado éxito social, por catalogar de fascista a todo aquel que se identifique con postulados ideológicos de la derecha, cuando salta a la vista de quien quiera verlo, que el creador de este movimiento no es otro que Benito Mussolini, político, militar y dictador italiano, líder del Partido Nacional Fascista y Republicano, que fue expulsado en 1914 del Partido Socialista italiano, partido del que había sido integrante. Resumiendo, el fundador del fascismo en Europa fue un socialista.
Viendo el éxito de una mentira repetida miles de veces, tanto en el caso de Mussolini como en el de Goebbels, ministro de propaganda del mayor genocida europeo del pasado siglo, que también llegó democráticamente al poder como líder del partido nacional socialista alemán, cada vez extraña menos la sideral distancia entre la sagacidad de Sánchez para incidir en la peligrosa línea que le mantiene en el poder y la estulticia para conseguirlo observando el nivel de ignorancia, incultura, falta de educación y obscurantismo del inmenso personal que todavía le idolatra.
Y como además de soltar mis soflamas, me ocupo de encontrar canales que ofrezcan otras versiones con el afán de entender que quizás el equivocado sea yo, he deducido que la solución estaría en volver a las aulas dándome de alta en el instituto de Tudela donde el etarra José Javier Oses Carrasco imparte clases como profesor de economía. Más aún en estos días con la efeméride del trigésimo aniversario del asesinato de Gregorio Ordóñez. Estaría bien escuchar a este condenado como explica la mejora económica de las 853 familias de asesinados por ETA.
No dejaría escapar tampoco la oportunidad de pedirle a este claro ejemplo de educación inclusiva, que me explicase si la vuelta del Banco de Sabadell a Cataluña tiene algo que ver con la manifiesta debilidad del Gobierno de España, socios de sus jefes en Bildu, para que aten en corto la pretendida OPA del BBVA y que el amigo Salvador Illa se pueda erigir en el nuevo pacificador de las revueltas aguas empresariales azuzadas por el independentismo.
Aprovecharía asimismo las clases para saber porque el autócrata Sánchez decide laminarse al presidente de Telefónica, líder bursátil del IBEX 35, y coloca en ese puesto a otro amigo del PSC, Marc Murtra. ¡Ojo, sólo por aprender! Estoy seguro que no tiene nada que ver que dependa de esa tecnológica que se recupere el borrado de wasaps del fiscal general del Estado o que se averigüe el motivo por el que Begoña Gómez se apropió del software de la Complutense. Colocar de jefe al mismo personaje que estaba al frente de Indra el día del surrealista recuento electoral de las últimas elecciones generales, supongo que permite dormir mejor a quien no podría hacerlo en el supuesto de tener que gobernar con Podemos y había dicho dos días antes, el 21 de julio, que la amnistía era inconstitucional. Pelillos a la mar.
¿De quién depende la Fiscalía, el Tribunal Constitucional, RTVE, ahora Telefónica, el CIS, la abogacía del Estado, la agencia tributaria, el Banco de España, el INE, Correos, el Consejo de Estado, la agencia EFE, los Sindicatos UGT y CCOO, Indra, las embajadas, la CNMV, Endesa, el Ibex, el consejo de Seguridad Nuclear, la CNMC ….?, pues eso…
La colonización de las instituciones con personas de probada dependencia y lealtad a la jugosa nómina que pagamos entre todos, a los que no cabe presuponer el menor atisbo de resistencia al poder omnímodo del ejecutivo sanchista, porque nunca se han visto ni se volverán a ver en una situación similar, con independencia del daño que hagan a su país, es la evidencia de la magna acumulación de poder que no se veía en España desde la Transición. Al fin y al cabo, el socialismo ha sido más parecido a una secta que cualquier otra organización social durante toda su historia. Estamos en una lucha entre los defensores de una monarquía constitucional y los de una república bolivariana.
En sólo una semana hemos visto la doble zancadilla a la justicia con el intento de limitar la acción popular para que no se les pueda denunciar y la incorporación masiva de juristas sin cursar oposición, para que la docilidad y el servilismo sean menos traumáticas. Por si quedaba alguna duda.