Messi deja el Barcelona: hipotecar al club o echarse a los socios encima

"La diferencia entre la renovación del año pasado y ésta es que antes había un presidente que decepcionó a Messi y ahora estoy yo", ha declarado Joan Laporta a lo largo y ancho de estos meses. Casi desde que asumió el cargo de presidente del Fútbol Club Barcelona, el dirigente ha proclamado que con él no iba a haber ningún tipo de problema para convencer al seis veces Balón de Oro para que amplíe su estancia en el Camp Nou. Y se olvide de los fantasmas del pasado, esos que le condujeron a enviar un burofax al club para que le dejaran salir gratis.

Pero la deriva ha desembocado en la extinción del contrato del argentino con la entidad azulgrana. Algo nunca visto desde que firmara por vez primera con el coloso catalán, en 2001, cuando tenía 13 años. Ahora, con 34 recién cumplidos y en plena disputa de la Copa América -la selección argentina es, a estas alturas de currículum, su prioridad absoluta-, el socio blaugrana yace angustiado. El segundo mandato del presidente que encumbró al equipo, de la mano de Pep Guardiola y Johan Cruyff, ha empezado con Lionel como agente libre.

A las 12 de la madrugada finalizaba el acuerdo. Por ello, se han estado viviendo instantes de actividad frenética en las oficinas culès. Laporta ha decidido apostarlo todo a la renovación, in extremis, del astro de Rosario. Aunque para alcanzar ese objetivo hubiera de hipotecar el equilibrio de la plantilla que le va a tocar gestionar a Ronald Koeman. Y es que tras superar, al límite, un primer ultimátum financiero, se está afanando para rebajar la masa salarial del vestuario del Barca. ¡En un total de 200 millones de euros!

Por ello, el equipo directivo que heredó semejante destrozo de Josep María Bartomeu se ha desfondando en este año para seducir a varios futbolistas de lo idílico de una salida del club amistosa. De una extinción de contrato bienvenida. Pero, claro, con los jugosos y largos contratos firmados con el anterior mandatario, nadie quiere prestarse a eso. Nombres como Umtiti, Phillippe Coutinho, Ousmane Dembèlè (lesionado de gravedad de nuevo) y compañía se están aferrando a sus sueldos porque saben que en ningún otro lugar van a cobrar tanto. Y no hay ofertas de última hora para elementos puestos en el mercado como Antonine Griezmann o Jordi Alba.

Esa maraña, que consiste en vaciar la competitividad del colectivo con la meta de mantener al genio, no se ha desanudado a tiempo. Messi ya es jugador sin equipo, con posibilidad de recalar gratis en cualquier proyecto que le convenza, desde este inicio de julio. Y las negociaciones se estancaron la semana pasada. Por flecos finales como la forma de pago, la fiscalidad y demás matices de índole monetaria. Con silencio por parte del entorno del futbolista y la determinada transmisión de optimismo que maneja Laporta.

"Tranquilos", decía Laporta en la mañana de este miércoles, a su entrada al Camp Nou. Sin embargo, desde Can Barça, ciertamente, rezanban para que el jugador y su padre aceptasen renovar antes del fin del plazo. Porque si hubieran de fichar a Messi se les complicaría la escena todavía más. Empezando porque si le contratan de cero desde LaLiga se le consideraría una nueva contratación, hecho que enfangaría la ya espinosa labor de la presidencia blaugrana con la rebaja del techo salarial. Asimismo, no tendría derecho el club a explotar la imagen publicitaria del zurdo legendario vistiendo las nuevas camisetas y demás merchandising.

El paisaje se ha nublado, de forma inexplicable para parte de la masa social barcelonista, que no se explica cómo es posible que los mensajes esperanzadores del futbolista y el dirigente no hayan zanjado este asunto antes del día límite. Siendo que el argentino representa casi un tercio de la facturación anual del Barcelona. Amén de su trascendencia insustituible en el terreno de juego. Y no ha habido firma -aunque la propuesta planteada es de dos años de fútbol, a 50 millones de euros por curso, y un acuerdo de 10 años como embajador azulgrana, con sueldo de 10 millones-.

Así las cosas, con Lionel desvinculado del club de su vida, aunque sea por unos días, los administradores del Barça cruzarán los dedos: si el delantero se lesiona en la Copa América mientras está sin contrato, no tendrían derecho de cobrar la compensación que la FIFA entrega a los equipos que ceden a sus futbolistas para las selecciones nacionales. Indemnización que sí han cobrado al lesionarse Dembèlè, durante cuatro meses de baja, cuando jugaba con Francia en la Eurocopa. En ese caso, el organismo internacional va a añadir a las arcas azulgranas una compensación de 20.548 euros al día y hasta un máximo de un año.

A comienzos de mes, Laporta quiso ser contundente en su análisis de las conversaciones. Aprovechando la presentación de Eric García como nuevo central del Barcelona, el dirigente dejó este mensaje: "La renovación de Leo no depende de la auditoría. Estamos en conversaciones con sus representantes y va bien (...) Más o menos tenemos controlado el resultado del ejercicio. Cuando acabemos la auditoría, en julio, nos dará más datos. Pero para esta operación ya teníamos una reserva, una estrategia preparada".

"Por parte de Leo, esto no es un tema de dinero. Por la nuestra, sabemos el marco económico que tenemos. Él está demostrando mucha comprensión y quiere un equipo competitivo en el que se ganen títulos (...) Sabemos que se quiere quedar pero tiene otras propuestas. Espero que las ganas de Leo de quedarse en el Barça sea determinantes", subrayó. Pero falló en este augurio: "Cuanto antes (se cierre la renovación), mejor. Así las dudas se disipan y ayudan a construir más rápido el equipo".