La vivienda del arquitecto modernista Enric Sagnier en Barcelona se convierte ahora en un hotel
Un consejo popular barcelonés advierte que: si viene un visitante a la ciudad, pregunta por el artícife de un edificio modernista que le ha llamado la atención, y no sabemos qué contestarle, respondamos con seguridad: “es de Sagnier”. Rara vez nos equivocaremos. Su huella está presente en obras tan emblemáticas como el templo del Tibidabo, el Palau de Justícia, la Nova Duana, o las casas Pascual i Pons. Poca broma.
Por si no fuera suficiente, fue el arquitecto con mayor número de construcciones en Barcelona, con un total de 380 obras catalogadas -frente a las 23 de Gaudí, por ejemplo-.Nacido en Barcelona en 1858, también fue uno de los más importantes de la época. Su estilo ecléctico transitó, sin estridencias ni ruido, por la arquitectura deportiva, la religiosa, la institucional, o hasta la de cosas más prosaicas. Y todo esto mejorando el paisaje urbano.
Se dice que una cosa es ser elegante y la otra es ir “bien vestido”. Pues bien, ha quedado en el recuerdo que Sagnier impresionaba con su pulcritud en las maneras. Iba de punta en blanco y el atractivo era innegable, pero lo que le hacía tener “nivel” eran unos exquisitos valores personales.
La historia de Hotel Casa Sagnier (Rambla de Catalunya, 104)
Hoy, la familia Pérez-Sala suma este nuevo alojamiento al anterior hotel que abrió en 2011, el Primero Primera. Ambas propuestas parten de premisas comunes: ofrecer una estancia acogedora en un espacio singular, en el que el ambiente local se mezcla con el turismo y que respeta la historia del edificio, en este caso, la de la persona que lo proyectó y lo habitó por primera vez: Enric Sagnier i Villavecchia.
El arquitecto lo construyó como vivienda familiar y estudio de arquitectura en Barcelona. El edificio, llamado originalmente “Casa Dolors Vidal de Sagnier”, en honor a su esposa, fue construido en 1892. Sin la presión de un cliente externo, Sagnier dio rienda suelta a su ingenio en el diseño de su propia casa, combinando elementos de estilo gótico con diferentes esculturas ornamentales.
Una casa-taller
Tras muchos años de uso como viviendas, el edificio, en medio de Rambla Catalunya, se convirtió en hotel en el año 2008, restaurándose en 2021 para recuperar su carácter original. Y por fin, llega al actual Hotel Casa Sagnier, un establecimiento donde el lujo discreto es el protagonista. ¿Entramos?
Este boutique 5 estrellas está distribuido en 7 plantas. Al acceder a la puerta de entrada, al fondo encontramos la recepción, en una área más reservada. A la izquierda, la zona bar del restaurante Cafè de l’Arquitecte (antiguo Murmuri). Con una amplia barra, ofrece vistas hacia el pasaje de la Concepció, la calle colindante. A la derecha, queda una sala de estar con chimenea, biblioteca y mesas. Ambas estancias recuerdan una residencia en la que conviven descanso, trabajo y reuniones con amigos.
Reforma entre varios artesanos
La reforma respeta la edificación original, de unos 2500 m2 totales aprox., y se centra en un conjunto de intervenciones sutiles que generan una calidez sobria. La idea no ha sido reproducir de forma fiel la casa de Sagnier, sino crear un espacio atemporal con detalles que reflejan el carácter modernista y la vida burguesa del s. XIX.
Se ha trabajado de forma similar a la de aquella época, en la que profesionales de distintas disciplinas aportaban oficio y creatividad a los proyectos. Así, las obras y el interiorismo corren a cargo de Federico Turull, de TurullSørensen arquitectos, quien ha dotado al hotel de un clima hogareño. “No se trataba de imitar lo que Sagnier hubiera hecho hace 100 años, sino de afrontarlo con su mentalidad, la de un creador que dialoga con las diferentes épocas que ha vivido, vive y vivirá el edificio, sin pretender tener un estilo riguroso y marcado, sino moviéndose en los tiempos que le toca”, comenta Turull.
También ha dejado su seña el estudio Elefante, con Eva Balart y Juan Carballido al mando, que han inventado las instalaciones artísticas que invocan a Sagnier, como el espectacular retrato del arquitecto realizado con sellos que preside la chimenea, o el mural con fotos antiguas que decora el bar. El proyecto ha contado además con el asesoramiento de las interioristas Núria Pérez-Sala y Estrella Salietti. Elegante pero discreto, el aire que respira el conjunto no pertenece a una moda, si no que comprende el pasado, trabaja el presente y trata de trascender lo que está en voga para mantenerse en el futuro. Ósea, un diálogo continuo en la máquina del tiempo.
El juego textil ha cobrado especial importancia
De igual modo, cuenta con murales de Laura Torroba, textiles, ilustraciones, objetos, mapas y materiales que conmemoran el taller de un arquitecto. Además, la familia Sagnier ha cedido su archivo de fotos familiares de la época. El juego textil ha cobrado especial importancia, con bancadas realizadas a medida en telas aterciopeladas de colores mostaza y verde. Y los techos, con absorbentes acústicos de PET forrados con géneros ignífugos. La sensación envolvente se enriquece por la presencia protagonista de los materiales naturales en gran parte del menaje.
El resultado es una composición abierta, a la que se pueden incorporar objetos con el tiempo, igual que ocurre con una vivienda privada. El interiorismo muestra la acumulación de la historia personal de una casa, dentro de un ambiente contemporáneo.
Y abierta, asimismo, a los ciudadanos. Turull-Sørensen ha diseñado una carpintería metálica que permite abrirse en un mismo plano vertical y genera un espacio indoor-outdoor, conectando el restaurante Cafè de l'Arquitecte con la calle. De hecho, los dos accesos al hotel se realizan pasando primero por allí. Una de las premisas del proyecto fue establecer un espacio integrador, lejos de la opulencia, y que invitara a entrar al restaurante, que está operativo desde el desayuno hasta la cena, con servicio de coctelería.
51 habitaciones, seis de ellas, suites
En ellas predomina un equilibrio bicolor de blanco y negro combinado con la madera. Todas las tipologías de habitación tienen en común la sensación de armonía sin estridencias. Entre las 51 habitaciones encontramos estancias pequeñas, donde se hace uso de los textiles para generar una sensación unificada de espacio-cama-dosel. Igualmente, habitaciones de mayor tamaño, entre las que se cuentan las superiores, junior suites y gran suite, todas ellas con un interiorismo sobrio. ¿Los materiales? Nobles, reciclables, tejidos naturales, y piezas de mármol originales, conservadas aún con cicatrices. En cuanto a la iluminación, presume de un concepto escénico que compartimenta los espacios, siendo un elemento más del mobiliario.
“Desde un principio se quiso transmitir la sensación de estar en una casa preparada para un momento especial, con la voluntad de que el cliente se sintiera el invitado”, subraya Federico Turull al despedirse.