"La Transición no deseada" Diario de un Peregrino. 8° capítulo. San Juan de Ortega - Tardajo 36 kilómetros.
Leopoldo Bernabeu
Son tantos los momentos que describe mi mente a lo largo de cada jornada, que se hace imposible predecir, con ciertas garantías, de que manera y con que contenido se va a ilustrar el reportaje que cada día me he comprometido, conmigo mismo, escribir mientras hago el Camino de Santiago.
En mi octavo día, hay algo que puedo confirmar. Los mejores momentos de cada jornada se viven al amanecer, cuando sales a caminar. Podría parecer que no es plato de buen gusto despertarte antes de las seis de la mañana, un día tras otro, pero no es así. Es tan placentero que ni uno solo he llegado a escuchar el despertador del móvil. Esa herramienta con tan pocos años de existencia y que a todos nos ha cambiado la vida. Sirve para todo, incluso para hablar. ¿Es curioso verdad?. Supone mi válvula de escape cada noche, dormirme escuchando un podcast de misterio es, además de una maravillosa estrategia, la solución perfecta para no escuchar los ronquidos de nadie. No sería justo obviar que en esta primera semana y, a pesar de haber compartido habitación con hasta 50 peregrinos, no ha habido ningún león de zoológico.
A lo que iba. Levantarse temprano y enfrentar el Camino de noche o con el alba, es otro aprendizaje. El esfuerzo no se negocia y aquí no cuadra eso de levantarse a las tantas, como debería sucedernos en la vida misma.
Dormí anoche en una lugar en mitad de ningún sitio, mágico, silencioso, agradable y rodeado de gente que hace grande la experiencia. Llegué a San Juan de Ortega realmente reventado, después de sobrepasar los Montes de Oca a horas bastante impropias con ola de calor incluída. La culpa es sólo mía. Hoy digo que fue una gran elección y que las cosas pasan por algo. San Juan Ortega es un lugar al que volveré.
Coincidir ahí, de nuevo, con Sonia y Felipe, un curioso y bien avenido matrimonio que, entre otras cosas, se hicieron con "Los Misterios de la Incertidumbre", mi libro, nada más conocerme, hizo la tarde mucho más llevadera. Él hace el Camino para ver donde llegan las cartas que reparte y ella para oler los perfumes de las botellas que entapona. La noche ha sido muy agradable para todos. A las seis en pie, ellos se quedan en Burgos para regresar a su Cataluña de adopción. Yo sigo ¿hasta dónde?, pues no lo sé. Me conozco y es precipitado aventurarme. Son varios los veranos en los que hubiera quedado mejor si no hubiese hablado tanto.
La salida nos deparaba la agradable sorpresa de tener un bar abierto al salir por la puerta del Claustro. La amable chica que nos atiene se levanta a las 4.30 para abrir una hora después, aún viviendo a más de 25 kilómetros, en Burgos. Un aplauso. No pasa nada si no se puede, pero es muy de agradecer empezar
el día con un cafetito en el cuerpo. Las costumbres del urbanita. El Camino las va moldeando, no te preocupes.
Hasta Ages y Atapuerca, el recorrido transcurre a través de senderos que invitan a la mirada constante por lontananza, en busca de algún despistado corzo, o algún águila de vuelo bajo. Nada más coronar la loma que separa a ambos pueblos de Burgos, una impresionante vista nos presenta la ciudad patrimonio a lo lejos.
Dos posibles caminos hay para conquistarla. Elijo el más largo pero también el más bonito, por Cañaveras junto al río Arlanzon. No me sigue nadie a pesar de estar todos avisados. ¿Quién es entonces el que no disfruta el Camino?. ¿El que va deprisa porque es su ritmo habitual aunque lo aprecia todo, o el que va despacio y para en cualquier lugar sin entender que esto no es una ruta turística?. Tú decides, yo lo tengo claro.
Dos horas largas después estaba a los pies de la inmensa y majestuosa Catedral de Burgos. Para ser martes, la ciudad presentaba signos de estar muy viva. Yo un poco tocado. Hace tres días que estrené zapatillas y, a pesar de lo buenas que son, son nuevas. Y ya sabemos lo que pasa con lo nuevo. Tengo unas ampollas en los talones que dan vértigo. Gajes del Camino, ¡que le vamos hacer!. Hay que seguir.
Tuve suerte. Un Mercadona me nutrió de buen salchichón, frutas deshidratadas, también de las normales, y algo de pan. Una sucursal esquinada me nutre de lo demás, aunque poco, muy poco, porque el Camino pide poco pan. Y un parque con buena sombra es el lugar escogido para descalzarme mientras me alimento. Ese descanso del guerrero tan necesario, sobre todo para los pies. La cabeza y la energía caminarían mucho más cada día. Pero tenemos que estar todos coordinados, si falla uno se para el equipo.
Hasta ahí todo bien. Quería ver hasta donde podría llegar hoy, sin competición ninguna. Disfrutando del Camino. Pero es agosto y a partir de las 13 h, a no ser que sea un día muy nublado, ya no es lo mismo. Lo he comprobado varias veces en una semana. En Sansol, en Nájera y ayer mismo.
Tardajos era el siguiente punto en mi trayecto. Tres albergues se anuncian en Gronze, la página de las peregrinas soluciones. Uno es municipal, el otro está demasiado retirado y queda un tercero que es privado y tiene varias críticas negativas. No suelo mirar direcciones. Me paro en el primero que veo. Con el trato recibido en la misma puerta, ya imagino en el que estoy y el porqué de las críticas. Aún así, me quedo. ¿No dicen que hay que aprender y saber adaptarse?. La habitación no está mal y el aseo muy limpio. Mañana sabré si me equivoqué más aún de lo que ya circula por mi mente, pero gana el cansancio a las ganas de aventura.
La realidad es que, entre esa gran ciudad que me ha separado de la magia del Camino un buen rato, y el impacto ocasionado al llegar al albergue, quería titular este artículo como lo he hecho, pero sin darte pistas hasta que lo leyeras, porque transición puede significar muchas cosas.
Punto y aparte, ya estoy planificando el día de mañana, me apetece mucho conocer Castrojeriz. Supe de él a través de un capítulo del libro "Burgos Misterioso" de mi buen amigo Juanjo López. Dicen que hay un hotel encantado y yo quiero ver si mañana puedo llegar a esa habitación de los misterios.
El Camino está resultando un ejemplo vital. Se dan cita las principales representaciones de la vida por fascículos. Es momento de calma y de sacar a relucir, sin que se note lo más mínimo, la experiencia que dan los años.
Además, magnífica noticia, me han vuelto a decir en VozPopuli que quieren artículos míos sobre el Camino para sábado y domingo, por lo que debo reservarme un poco. Se ve que han gustado los dos primeros. Me alegro. Nos seguimos leyendo. Pórtate bien.