La emotiva historia de Sadio Mané, uno de los astros del fútbol más solidarios
Las cifras del Sadio Manè futbolista son claras. Ganador de la Liga de Campeones, la Premier League, la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes con el Liverpool (entre 2019 y 2020); campeón de la Liga de Austria con el RB Salzburg; Bota de Oro de la competición liguera inglesa; nominado al Balón de Oro en 2019; MVP de un partido del Mundial de 2018 (ante Japón); dos veces galardonado como el mejor futbolista de los torneos británicos para la Asociación de Futbolistas Profesionales; o un subcampeonato en la Copa de África.
Toda esa pompa la ha logrado con un protagonismo notable. Su velocidad y potencia, tanto en el desplazamiento como en la ejecución, le distinguen, a sus 29 años, como un delantero particular en el ámbito internacional. La competitividad guerrera que ha evidenciado desde que aterrizara en el profesionalismo, en el Metz francés, sigue aderezada por una lectura de juego venenosa y una habilidad para dañar a las defensas que le ha granjeado un salario anual de más de ocho millones de euros en Anfield. Y un acuerdo con el Real Madrid, en 2018, que no se llevó a término. Entre otras cosas, por la espantada de Zinedine Zidane.
Manè se ha ganado el respeto y la admiración, como jugador de fútbol, de rivales, compañeros, analistas y aficionados. Pocos peros se le pueden poner a su rendimiento desde que atronara en el Southampton, club del que fue transferido a Liverpool a cambio de 41 millones de euros. Ese traspaso, que premiaba sus 21 goles en 67 partidos, convirtió a aquel 28 de junio de 2016 en la fecha en la que le cambió la vida para siempre. En el trampolín que le permitió demostrar al planeta que su talento daba para seducir a África y al mundo en su conjunto.
Ha llegado a estar tasado en más de 150 millones de euros antes de la irrupción de la pandemia. Cifra que retrata la verdadera dimensión del futbolista. Pero, cuánto es su valor humano? Ese monto no resulta tan sencillo de calcular como sus méritos en el deporte. "Nací en un pueblecito de Senegal llamado Bambali. Se me consideraba el mejor jugador del pueblo, pero nadie en mi familia quería que fuera futbolista. Y yo estaba totalmente convencido de que cuando me fuera del pueblo podría ser futbolista. Lo único que me preocupaba era cómo", relata Sadio en el clip promocional del documental 'Made in Senegal' que describe su intensa vida.
Manè convivió con la extrema pobreza de su aldea, en su región natal, Casamance. Y con la aparente negación de sus sueños que la fortuna que le había deparado al colocar su nacimiento en tal enclave. Su infancia la pasó trabajando en el campo, como un campesino más que participaba de la batalla diaria por sacar adelante a su familia. Sin zapatos, hambriento y desprovisto de un horizonte visualizable, se empeñaba en sacar ratos para jugar a la pelota. Con un balón destrozado. Y esas escapadas inocentes se transformarían en su profesión. En el sustento de sus padres y en la esperanza de todo un país.
Y desafió a su comunidad al fugarse hacia Dakar. En la capital senegalesa se la jugaría a una carta, después de haberse subido a un autobús sin decir nada a nadie salvo a su mejor amigo. Su familia tardó dos semanas en localizarle y cuando lo hicieron le ordenaron volver. Mas, se ganó la consideración de sus progenitores y un año más tarde le dejaron volver a intentarlo. De vuelta en Dakar, cientos de niños concurrían con la misma necesidad y anhelo: arrancar un hueco entre los captadores de talentos y, de paso, allanar la senda de la supervivencia familiar. Con esa presión sobre los hombros no sólo superó las pruebas. Tratado con desdén cuando llegó a aquellos hervideros futbolísticos por lo erosionado de su vestimenta y zapatillas, narra, cuando entró a la arena del terreno de juego iluminó su estatus. Y cuando salió ya tenía equipo. Entró, en volandas, en la academia de fútbol de Dakar. Donde le proveerían de unas botas no raídas de una oportunidad.
Metz, Salzburgo, Southampton y Liverpool. Ese ha sido su recorrido meteórico. Conectando a las mil maravillas con las clases bajas de cada cuidad en la que fue a jugar al fútbol. Y es que su vocación solidaria ha quedado patente en su aportación a las comunidades en las que ha vivido. Cuando ganaba para llegar a fin de mes y ahora que dispone de decenas de millones de euros en el banco. Pero, de vuelta a lo numérico, ¿a cuánto asciende su aportación total a las causas solidarias y movimientos en favor de los más necesitados en los que participa? No hay respuesta.
Musulmán practicante -acude a la mezquita Al Rahman, ubicada en la Mulgraver Street de Liverpool-, colabora como uno más en las faenas que se distribuyen entre todos los miembros de la comunidad musulmana a la que pertenece. Sea cual sea. De hecho, se ganó el aplauso planetario al hacerse viral una grabación que le hicieron mientras que limpiaba los baños de una mezquita. No quería que se publicara aquella acción, pero trascendió. Y ayudó, junto a la labor de otros jugadores como el egipcio Mohamed Salah, a mitigar el miedo al Islam que prendió en Inglaterra.
Nunca ha pasado por su cabeza competir para la selección francesa, como harían compatriotas suyos como Patrick Vieira. No en vano, la Francia campeona del Mundial de 2018 contó con hasta tres jugadores con orígenes senegaleses (Ousmane Dembèlè, Benjamin Mendy y Djibril Sidibé). Y la ganadora del Mundial de 1998 disfrutó de la aportación de 11 futbolistas migrantes o hijos de migrantes (Vieria, Liliam Thuram, Marcel Desailly, Christian Karembeu, Bernard Lama, Thierry Henry, Zinedine Zidane, Youri Djorkaeff, Bernard Diomede, Robert Pires o David Trezeguet).
Y para el programa 'Talents d'Afrique', del canal senegalés TeleDakar, compartió esta reflexión para el recuerdo: "Para qué querría 10 Ferraris, 20 relojes de diamantes o dos aviones? ¿Qué harán esas cosas por mí y por el mundo? No necesito coches de lujo, casas de lujo, viajes ni mucho menos aviones. Prefiero que los míos reciban un poco de lo que la vida me ha dado". Y añadió esto: "Yo pasé hambre, trabajé en el campo, jugué descalzo y no fui al colegio. Hoy puedo ayudar a la gente. Prefiero construir escuelas y dar comida o ropa a la gente pobre".Lo cierto es que se ha sabido que en su región natal ha construido un estadio, una escuela, financia la construcción de un hospital, promociona el desarrollo educativo de los niños y las condiciones laborales de los profesores, y entrega mensualmente 70 euros a cada una de las familias de su barrio para "ayudar a la economía familiar". "Cuando tenía siete años, mi padre falleció. Tuvo un fuerte dolor de estómago y, como no había hospital en mi aldea, se lo tuvieron que llevar a otra. En el trayecto, empeoró y murió", ha señalado a comienzos de 2020 al, respecto, en una charla concedida a Canal+Africa. No le gustan los videojuegos, no acude a fiestas y dedica gran parte de su tiempo a su inmenso compromiso solidario.
Así es el perfil del considerado como mejor jugador del Liverpool. Cuando vuelve a su país, idolatrado, pregona la importancia de la educción y la salud. "Hay que soñar en esta vida. Todos tenemos derecho a soñar", repite. Y si es necesario ocupa 12 de horas de vuelo, en plena temporada de fútbol en Europa, para jugar con su selección un amistoso en Singapur. ¿Por qué acumular tanto cansancio en detrimento de su club? "Es nuestro trabajo y estoy orgulloso de defender la camiseta de mi país", respondió, tras lograr un histórico empate a uno entre Senegal y Brasil.
Esta semana se ha conocido que Mané ha donado 693.000 dólares a la construcción de un hospital en su ciudad de nacimiento. La estrella africana, que no falla en su entrega de alimentos, ropa y zapatos a los habitantes de tan deprimida región, ha presentado personalmente el proyecto sanitario a Macky Sall, primer ministro senegalés. Se ha detallado la edificación de departamentos de atención de maternidad, instalaciones dentales y consultorios. Este mismo mes daba constancia de la inversión la cuenta oficial del Gobierno en Twitter. En otra muesca más que se une a su colaboración con el programa de prevención del VIH en Malawi (desde 2018) y a la donación de más de 300 camisetas del Liverpool a sus vecinos en Bambali, cuando ganó la Champions. El 12 de julio se incorporará a la pretemporada del club inglés, para afrontar un calendario que hacina partidos. No sin antes defender la camiseta de su país ante Zambia y Cabo Verde, en sendos amistosos.