España, eliminada de la Eurocopa cuando mejor jugaba
Llegar a Wembley. Ese constituía el objetivo de Italia y España antes del inicio de la Eurocopa 2020. El remozado templo británico ejercería de marco de las semifinales y la final de un torneo en el que ni transalpinos ni nacionales partían como favoritos. Y casi tampoco figuraban en las quinielas para colarse entre los cuatro mejores. Mas, por su buen hacer como colectivos -los que más han atacado del campeonato y de los de menor ratio remates recibido- han arrancado el estatus de candidatos a la gloria. Para reivindicación del relevo generacional que han abordado sus seleccionadores. En un ajedrez que se auguraba equilibrado.
Roberto Mancini, arquitecto de una racha de 33 partidos sin perder, hubo de lidiar con la sensible baja de Leonardo Spinazzola. Suplió a su estelar carrilero con Emerson, cuarto pilar de una zaga completada por Giovanni Di Lorenzo, Leonardo Bonucci y Giorgio Chiellini. Donnarumma ocuparía la meta, con Jorginho como ancla de la medular y Marco Verratti y Nicolo Barella distribuyendo. Federico Chiesa ejercería de punzón, con Lorenzo Insigne creando en la mediapunta y Ciro Immobile en punta. Bernardeschi, Manuel Locatelli, Berardi, Matteo Pessina o Belotti esperarían turno.
Luis Enrique Martínez, en su caso, expuso la cima de su obra sin la presencia del desequilibrante Pablo Sarabia. Y sin Álvaro Morata. Sorprendió dando entrada a Mikel Oyarzabal como aliado de Dani Olmo y Ferrán Torres en ataque. Apostó por más control, confiando en Pedri, Koke y Sergio Busquets en el eje. Y César Azpilicueta, Aymeric Laporte, Eric García y Jordi Alba protegerían a Unai Simón. El delantero de la Juventus, Fabián, Marcos Llorente, Thiago, Gerard Moreno, Adama Traoré y Gayá se uniformaron como revulsivos.La pelota echó a rodar según lo previsto. Se desnudó con celeridad un combate por la posesión y rebosante de intensidad. Descolgaron presiones ardorosas los dos conjuntos, en busca de acaparar el mando, si bien los azzurri planteaban más verticalidad. Las imprecisiones, por tanto, quedaron prohibidas desde el volcánico inicio. Busquets, Verratti, Jorginho o Pedri yacían anudados en una compresión de espacios extraordinaria. Urgía, en consecuencia, que Olmo, Oyarzabal, Insigne o Chiesa bajaran para descongestionar el hacinamiento.
Se medían las dos selecciones más goleadores y ofensivas del torneo. Y en ese prólogo asomaría el gusto ibérico por el dominio de la iniciativa. El bloque italiano hubo de retrasar filas poco a poco, cerrando pasillos en cancha propia. Se cruzó el primer cuarto de hora con gobierno español frente a una defensiva que sólo había concedido dos dianas en estas semanas. Eso sí, el peligro ante el contragolpe ajeno permanecería vigente. Pero un pase quirúrgico de Pedri ofreció a Oyarzabal un mano a mano con Donnarumma a las primeras de cambio. Corroborando una comodidad que no localizó traducción por el mal control de creativo vasco.
Exhibió el sistema nacional su personalidad y acaparó una mejor puesta en escena. No le duraba la pelota a la maquinaria rival y el dibujo sin delantero centro abonó una movilidad entre líneas que dañó a los cuatro veces campeones del Mundial. Sólo a balón parado desperezarían a Unai Simón, al tiempo que Ferrán Torres abría fuego con un derechazo desatinado, amortizando un fallo oponente en el pase -minuto 16-. Le tocaba sobrevivir al achique diseñado por Mancini. No llegaban sus ayudas a domar el acelerado tempo que alimentaban Olmo, Torres, Koke, Pedri y Busquets. Sin embargo, la precipitación en la salida de Simón a punto estuvo de derivar en el 1-0 -minuto 21-. Un pase en profundidad bastó para comprometer a la zaga española. El capitán terminó por abortar el intento de Barella, sin meta bajo palos.
Otra recuperación nacional adelantada, que acomplejó al estilo combinativo oponente, desembocó en el remate de Dani Olmo que Donnarumma salvó como pudo -minuto 26-. No aflojaba el libreto de Luis Enrique y los veteranos azzurri contemporizaban. Limitándose a replegarse -para no exponerse, renunciando a su adn ganador- y a aguardar a que bajara el fuelle ibérico. Pasada la media hora, Olmo volvía a disparar, esta vez alto -minuto 33, después de una nueva pérdida ajena-. Subrayando la superioridad táctica española y el plan alternativo transalpino, que abrazaba el encierro y pelotazo. Y se contentaba con arribar a la orilla del descanso.
Se bajaría el telón del primer acto con una circulación nacional deliciosa, que descosió a Italia y culminó Oyarzabal con un zurdazo angulado y mal orientado -minuto 40-; y con un cañonazo de Emerson al travesaño -minuto 45, en posible fuera de juego-, en una de las pocas contras que hilvanaron los representantes del Bel Paese -atacando a Azpilicueta-. Ese epílogo previo al intermedio sintetizaría lo visto: problemas estratégicos de Mancini para resolver el volantazo centrocampista del seleccionador asturiano y dificultades para España si relajaba el marcaje a los lanzadores contrincantes de transiciones.
No se registrarían sustituciones en una reanudación que susurraría más espacios y un ida y vuelta latente. Immobile conectó un derechazo tímido; Di Lorenzo arrebató el remate a Ferrán Torres; Busquets finalizó con un disparo que lamió el larguero; y Chiesa culminó una transición con un lanzamiento cruzado que conjugó Simón. Antes del minuto 55. Y Oyarzabal emitiría un latigazo que detuvo Donnarumma en el 58. La anarquía había brotado, rellenando de incertidumbre la trama. Y en el 60 Chiesa cazó un gol. Aprovechó un relámpago en vuelo y embocó un disparo sensacional. Ajustado al segundo palo.
Comparecerían Morata y Berardi -por Torres e Immobile-, en una vuelta de tuerca a los presupuestos. En este punto, los españoles se volcarían con un rematador posicional y los italianos recurrirían a esa ortodoxia llamada catenaccio. Arriesgaba del todo 'Lucho' y reaccionaron bien sus pupilos. Oyarzabal perdonó el empate -no conectó un cabezazo en el área pequeña- y Olmo remató pegado al poste -minuto 68-. Antes de la entrada de Rodri, Pessina, Tolói y Gerard Moreno -por Koke, Verratti, Emerson y Oyarzabal-. El desenlace acogería un paisaje más propio del pasado lustro. Horizontalidad y técnica frente a verticalidad y físico.
En el desenlace sufrirían los pensadores nacionales para averiguar el camino hacia el arco de Donnarumma. El cansancio bajó las revoluciones de la circulación y la entrada de más centrocampistas italianos redondeó un muro más que plácido. Hasta que Morata dio un golpe sobre la mesa. En forma de empate -minuto 81-. Se transformó en mediapunta para resultar indetectable. Pintó una pared con Olmo y resolvió con una suficiencia extraordinaria. Y Busquets y Gerard Moreno rematarían a continuación. En una orgullosa entrada en ignición española que vio la incorporación de Belotti, Locatelli y Marcos Llorente -por Barella, Insigne y Azpilicueta- y condujo hacia la prórroga -la tercera que juega España en esta edición de la Eurocopa-.
Y en el tiempo extra se agudizaría el choque de estilos. Presión muy ambiciosa ibérica, con monopolio de la posesión. El doble pivote asentó el timón pretendido por el preparador gijonés y se bordearía la remontada en el 98. Olmo inventó un lanzamiento raso de falta lateral, la redonda fue rematada por Morata y el balón se marchó cerca de diana tras tocar en Busquets. Y Bonucci sacó bajo palos un zudazo de Llorente de inmediato. Thiago, Pau Torres y Bernardeschi entrarían -por Busquets, Eric García y Chiesa- y la Azzurra querría, al fin, ganar desde el protagonismo. Mas, no llegó a tiempo. La tanda de penaltis decidiría y, ahí, Donnarumma ganó.
- Ficha técnica:
1- Italia: Donnarumma; Di Lorenzo, Bonucci, Chiellini, Emerson (Tolói, min. 73); Jorginho, Verratti (Pessina, min. 73), Barella (Locatelli , min. 84); Insigne (Belotti, min. 84); Chiesa (Bernardeschi, min. 106); Immobile (Berardi, min. 61).
1- España: Unai Simón; Azpilicueta (Marcos Llorente, min. 84), Eric García (Pau Torres, min. 108), Laporte, Jordi Alba; Busquets (Thiago, min. 195), Pedri, Koke (Rodri, min. 69); Dani Olmo, Oyarzabal (Gerard Moreno, min. 69) y Ferrán Torres (Morata, min. 61).
Goles: 1-0, min. 59: Chiesa; 1-1, min. 79: Morata.
Árbitro: Felix Brych. Amonestó a Busquets (min. 50), Tolói (min. 96) y a Bonucci (min. 117).
Incidencias: partido disputado en el estadio de Wembley (Londres), correspondiente a la primera semifinal de la Eurocopa 2020. Ante unos 60.000 espectadores.