El juicio por la dana y los vigías de Midway

La sangre de los vigías japoneses se heló cuando vieron aparecer por el horizonte a los aviones americanos. Sabían que era el peor momento posible para que llegara su enemigo: las cubiertas de los portaaviones estaban repletas de aeronaves recién cargadas con bombas para un inminente ataque. Los vigías eran conscientes de que cualquier aviso a sus superiores ya sería inútil. Instantes después, los bombardeos estadounidenses atacaban a placer a unos barcos prácticamente indefensos, provocando el hundimiento de muchos de ellos.

Esto ocurría cerca de las islas Midway, en plena Segunda Guerra Mundial, y fue la batalla que cambió el rumbo del conflicto en el Pacífico. Japón perdió no solo la iniciativa militar, sino también a muchos de sus mejores pilotos y navíos. El almirante estadounidense Nimitz lo presentó como una gran victoria que demostraba la superioridad de su armada, pero la realidad es que la batalla de Midway se ganó gracias a los sistemas de radiovigilancia. Mientras los americanos conocían la localización de la flota japonesa, los nipones lo ignoraban todo sobre su enemigo.