Antonio Alzamora lo anunció en «Gran Vida» en abril de 1918. «Muy en breve se realizarán las pruebas oficiales de un ingenioso aparato para caso de naufragio, que su autor D. Ricardo Mediamarca presenta con el nombre de "Aparato salvavidas SOFÍA", patentado».
«Es de una novedad absoluta, diferenciándose, por tanto, en esencia y construcción de los aparatos similares que hasta ahora se venían usando», afirmaba el periodista antes de dar cuenta de su «reducidísimo volumen para su cómodo transporte, su inmediato, fácil y rápido manejo en casos necesarios y la disposición interna que permite llevar provisiones líquidas y sólidas para bastante tiempo». Todo ello, unido a su escaso peso, hacían de este ingenio un «aparato imprescindible en las travesías por mar».
Contaba además con «un ingenioso procedimiento» para comunicarse a larga distancia y tomar rumbo fijo determinado, facilitando así el salvamento de la persona que lo llevara en el mar.
Apenas unos meses después, los periódicos recogían las primeras pruebas llevadas a cabo en el País Vasco. Ataviado al estilo de un Bibendum, el famoso muñeco de Michelin nacido en 1898, el inventor de Sofía se lanzó al agua en San Sebastián y logró mantenerse a flote.
Las imágenes de estos ensayos fueron publicadas en los principales periódicos de la época, entre ellos en ABC, que destacó el 23 de octubre la afluencia de público que se agolpó en el muelle para presenciar las pruebas, al inventor con su aparato y cómo flotaba con su salvavidas.
La publicación «Vida marítima» informó aquel mismo mes de octubre del éxito del salvavidas Sofía en la ría de Bilbao. «Los invitados al acto pasaron a bordo del vapor Príncipe de Asturias, en uno de cuyos camarotes el inventor se colocó el aparato, consistente en un traje con flotadores y completamente impermeable». Desde el «Príncipe de Asturias», Mediamarca pasó a bordo del «Rita García», y desde este buque se lanzó al agua, entre la expectación de numeroso público que invadía los muelles y los puentes del Arenal y el Giratorio. «Las pruebas duraron trece minutos, resultando altamente satisfactorias».
«Vida marítima» destacaba que el nuevo salvavidas se adaptaba a dos modelos individuales: «el de sport y el de largas travesías, teniendo este último alimentación para ocho y quince días y disponiendo de comunicación para largas distancias. La fuerza de flotación es capaz para cinco personas en los de viaje y en los de sport, para dos personas».
Apenas tres años antes, en octubre de 1915, el célebre artista griego Kyriakos Souliotis había realizado en Putney (Londres) una demostración práctica del salvavidas que había patentado. Este dispositivo presentaba ventajas sobre los otros, ya que si un hombre naufragaba, se mantenía en posición vertical con su pecho suficientemente fuera del agua pudiendo utilizar ambas manos para alimentarse o hidratarse. Aparte de receptáculos para comida y bebida, tenía una antorcha que se encendía tan pronto era liberada de su compartimento.