Crecimiento personal?...Ahora sí estamos en la aventura!!

Cinco días como cinco imperios. Dejas escapar la cuerda de la normalidad y cuesta el doble volverla alcanzar. Volvemos a escribir porque prosigue la aventura por Indonesia. Los cambios han sido tan brutales que la intención requiere un sacrificio hindú al más puro estilo balinés. Difícil, muy difícil, describir de manera ordenada, escueta y sin excesiva pasión, el avatar de los acontecimientos surgidos en algo más de 100 horas. Cuando frenamos la mente y la dejamos pensar, la ficción es rehén de un periodo mucho más largo de tiempo.
Acabábamos de llegar al paraíso escondido entre montañas volcánicas del norte de Bali cuando escribía mi último artículo. Cinco eran los días que habían transcurrido de nuestro secreto viaje, hipnotizados por la magia de un desafío que se ha convertido ya, con giro de 180 grados incluidos, en un reto de vertiginosa aventura pasional. Ahora Sí estamos poniendo de verdad objetivos al crecimiento personal al tiempo que alcanzamos sus metas.
La incertidumbre ha relevado al cordón umbilical del que formábamos equipo con un maravilloso grupo de chavales, prestos y dispuestos a retarse con aventuras dispares, hasta que un concepto mal entendido por quienes creen saber mucho de la vida sin apenas haber salido del cascarón, lo ha echado todo por la borda, nunca una frase vino tan al pelo. Los que hemos podido hemos emprendido un nuevo rumbo, el resto padece las consecuencias de un sueño demasiado personal mal entendido, fatalmente interpretado y terriblemente aplicado. 
Tener en tu existencia como único bagaje consolidado, la huida permanente de tus propios miedos generados por una infancia complicada, no es suficiente tarjeta de presentación para creer que la vida te ha premiado con la capacidad de dirigir un grupo de personas que, si se han podido pagar una aventura como esta, es precisamente porque ya han demostrado ese éxito del que quien pretende liderar, carece. La culpa quizás no sea tanto de estos chicos de buena intención, sino de quienes creen que el éxito de la empresa está solo en la idea y no en el cuidado de detalles tan fundamentales como dejar el timón de mando a quien realmente no está preparado para ello. Esperemos que corrijan rápido la andadura antes de que pase algo más grave.
Amanecimos el pasado viernes rodeados de vegetación jurásica aceptando el reto de encontrar unas cascadas de ensueño en los recovecos del volcán balinés. Las coordenadas no siempre acertadas dejaban paso a la sempiterna orientación del ser humano que nunca contó con la aparatosa tecnología. La conquista nos premió con una victoria cuyo diploma fue no mojarnos bajo una torrencial lluvia tropical que cogió de lleno al resto de compañeros. La tarde de esa jornada para el recuerdo la utilizamos para contarnos los mil y un detalle que nos llevaron a conocer, cada uno como pudo, cuatro cataratas naturales colocadas estratégicamente por la naturaleza en esta inigualable isla de la Indonesia central.
Tocaba partir de nuevo y con el petate a la espalda además de tres chóferes convertidos en ángeles del infierno, cruzamos Bali hasta el puerto de Padang Bai, donde una lancha estilo película de Bruce Lee nos transportaba sobre olas hasta las paradisíacas islas Gili. La de Trawangan nos acogía con los brazos abiertos. La Ibiza asiática nos devolvía el ritmo de la noche que por momentos habíamos olvidado. Los atardeceres al pie de sus playas hacían el resto.
Un reto pasado por agua nos esperaba impaciente a la salida del sol. La gemela Gili Meno y sus internacionales estatuas sumergidas, hacían nuestras delicias. Todos unidos, con gafas, tubo  y aletas mediante, nos adentramos en un mar de corales y tortugas gigantes y realizar así la inmortal fotografía que certificaba nuestra presencia junto a Neptuno. Salir del agua y refugiarnos en un recién estrenado resort con piscina y comida al más puro estilo europeo, tampoco era algo para desaprovecharlo. Una pasada de momento entre un grupo de personas que ya no podrá separar ninguna pésima organización.
Pero la tragedia se mascaba. Ahora entiendo porque en la madrugada del lunes mi humor era sombrío. Tengo la peculiar característica de ver venir las cosas, también las negativas. Cruzamos en barco hasta la cercana e inexplorada isla de Lombok, el próximo paraíso por explotar en Indonesia. Un reto sin mucha enjundia y cero sentido, nos llevaba hasta un apeadero donde nos esperaba, según la organización, el momento más mágico de la expedición. A la postre ha resultado el más infame.
Cruzábamos la isla de Lombok por la parte norte apiñados en una guagua destartalada. Después de cuatro interminables horas llegábamos a un puerto donde nos esperaba un barco de pesca reconvertido en todavía no sé muy bien qué, sin condiciones, sin aseo, con 40 personas dentro y con colchonetas de gimnasio tiradas por el suelo que debían servir de camas, para adentrarnos en alta mar durante cuatro días. No suceden más desgracias porque la divinidad está de parte de los inconscientes.
Fin a nuestra aventura de corsé para iniciar la búsqueda de nuestro propio camino hasta que el próximo lunes un avión  nos lleve de vuelta a España. Empezaba nuestra maravillosa y apetecible odisea personal. 
Decidimos sin la más mínima duda que permanecer en ese trasto flotante era premiar a alguien que no estaba en su sano juicio... bajarnos de él es el mejor regalo a esta desorganización para que pongas sentido en sus decisiones. Estamos seguros de ello. Crecimiento Personal decía alguno. Chavales demasiado jóvenes, cuyo único currículum de vida es huir de una infancia complicada, a los que alguien dota de un liderazgo que nunca han trabajado, entienden que hacer pasar penurias y poner en riesgo a los demás es el método para ser investidos con el don de la sabiduría. Y no, el crecimiento personal es mucho más que todo eso. Es haber llegado a su edad habiendo triunfado en la vida sin necesidad de crucificar a nadie con sus deterioradas ideas preconcebidas en un mar de huidas sin resolver y huellas sin cerrar.
Desde entonces, recorremos puertos, islas y alojamientos, entendiéndonos en inglés y en indonesio, conociendo gente que se supera cada día por salir adelante y disfrutando, ahora sí, de una gran aventura dentro de un desafío que no era más que un corsé preconcebido para tratar a unos adultos como si estuvieran en una guardería.
Canoa desde el infame barco hasta la isla de Subawan. Ferry nocturno de vuelta a Lombok. Taxi  hasta un mini hotelito pegado al mar con 3 habitaciones, que nos recordó, tanto al llegar como al amanecer, que el paraíso sigue existiendo y que personas como Mambo, Acho o Roger, son las que hacen que el mundo gire a la perfección.
Ahora Poldito Jones y Verónica Holmes vuelan solos recorriendo las islas de Indonesia disfrutando de algo que no estaba previsto. Amanecer en la costa de Lombok es la mejor imagen hasta el momento. Pero de nuevo había que proseguir, ahora hasta el puerto de Lembar, al otro lado de la isla, y desde allí de nuevo hasta Bali. Después de 10 horas de viaje haciendo de polizones en un carguero de camiones, otro buen amigo nos trajo hasta Nusa Dua, la nueva zona de moda en el sur de Bali. Y aquí seguimos, hoy por fin algo más relajados y disfrutando de una magnífica playa de arena y agua azul, que siento bonita, nada tiene que envidiar a las playas de Benidorm y a la mayoría de las españolas. 
Un abrazo a todos, seguimos avanzando. Ya tenemos un buen amigo en la puerta que nos va a guiar por Bali durante los próximos cinco días, aunque aceptamos sugerencias de todos los que conozcáis la zona.